viernes, 30 de octubre de 2009

Los cinco

Hay tardes que la sorpresa visita nuestras vidas y, en la de hoy, nuestra parroquia. Nos habían pedido la sala grande para tener una reunión sobre actividades de personas cubana. Al menos eso entendí yo. Al ser un espacio abierto, se les acogió, se renieron y vino, para mi, la sorpresa.
Resulta que las participanetes eran Adriana y Olga, ciudadanas cubanas que tienen a sus maridos presos en Estados Unidos hace más de 10 años.
Estos cinco jóvenes cubanos, alguno de ellos afincado en Estados Unidos, cometieron el supuesto "delito" de infliltrarse en las mafias cubanoamericanas con el fin de destapar previsibles ataques terroristas contra Cuba y sus ciudadanos. Nos cuentan que el proceso judicial seguido contra ellos estuvo plagado de irregularidasdes, y así lo confirma la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en su conclusión 19/2005, que llega a declarar este asunto como franca violación de distintos Derechos Humanos. La Fiscalía americana les acusa de espiar contra intereses americanos y poner en juego la seguridad de los ciudadanos americanos.
Desde 1988 llevan presos en condiciones tremendamente crueles, con torturas y dispersiones inimaginables. Esta lamentable vulneración del Derecho penitenciario internacional es reiteradamente callada por los medios de comunicación.
A las familias se les imponen continuas trabas en los "visados" con el fin de entropecer las visityas y crear, más si cabe, una situación de indefensión y soledad que acabe haciéndoles confesar delitos que ellos no han cometido.
El relato de estas dos muejeres: Olga y Adriana es aterrador cuando cuentan que llevan más de cinco años sin ver a sus maridos gracias a la continua negación de visados con escusas inverosímiles y falsas. Escucharlas, asistir al relato estremecedor de lo sufrido en estos 11 años y a la vez escuchar cómo la dignidad de su lucha y la solidaridad encontrada es lo que las permite sobrevivir a esta tortura es una verdadera lección de humanidad y revolución. Cuentan que sus maridos: Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René, en la carta que escribieron -estando presos en distinas cárceles americanas- advertían que mientras haya una sola persona "en libertad" solidaria con su causa, su lucha sigue estando viva.
Es evidente que esta situación es un atropello a los "valores universales de la paz, la democracia y la solidaridad" que denuncia la Iglesia de Base de Madrid.

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