miércoles, 8 de julio de 2009

LOS INVISIBLES DE KOLDA

El libro de Pepe Naranjo: "LOS INVISIBLES DE KOLDA. Historias olvidadas de la inmigración clandestina", de Editorial Peninsula, no es un memorial sobre los muertos y la muerte. Si bien es verdad y terca la realidad de la muerte en los actuales procesos migratorios de los pobres, no es menos cierto que este libro nos habla de la vida. Y todos necesitamos tener viva la imagen de quienes marcharon. El libro nos habla de ello: son elocuentes las fotografías de los muertos que sus familiares guardan como retazos inexcusables de una vida que finalizó abruptamente.

Esos gritos de tantas personas, mayoría de jóvenes, que siguen queriendo venir al “paraíso “Yo también me quiero ir” (pg. 28) ha de ser para todos nosotros un constante estar mirando hacia África. No querían ir a España pero se sentían forzados a ello (pg. 59)

Tenemos que volver a refrescar aquel lamento incriminador de Dietrich Bonhoeffer cuando, ante las atrocidades del nazismo en los campos de concentración, se preguntaba ¿porqué callamos? Dónde estábamos nosotros mientras miles de personas estaban muriendo a las puertas de nuestro paraíso soñado (pg. 15)

Este libro nos pone nuevamente sobre la mesa la realidad de la inmigración. En un mundo tan loco como este en que existimos, José Naranjo, nos reta a preguntarnos en qué tipo de civilización vivimos que trata de esta manera a aquellos que llegan hasta la puerta de nuestra casa con el único afán de mejorar su vida, por qué la hospitalidad que nosotros mismos estábamos recibiendo durante aquellos días en Senegal había desaparecido por completo de los valores y de la manera de actuar de los que habitaban nuestro mundo, allá en la lejana Europa, que vista desde África es como una inmensa fortaleza. (Pg. 73)

No podemos obviar que el trato dispensado al otro es la antesala de la dignidad que uno mismo ha de exigir hacia sí. Querían irse y prometían ayudar al pueblo a salir de la miseria, hablaban de un futuro de prosperidad frente a un presente miserable. (pg.63) Esas miserias, en las que coexistimos tranquilamente, no pueden ser obstáculo para que los otros -los otros empobrecidos que no pobres- sigan queriendo salir de sus hambrunas. Eso es, por tanto, no el efecto llamada que continuamente nuestros responsables políticos y empresariales nos arrojan como piedra de escándalo cuando procuramos “hospitalidad”, cuanto el “efecto huida” que se impone ante tanta precariedad en medio de una mundo superabundante y derrochador. Y cuando los pequeños crezcan, alguno tendrá que volver a intentar el viaje hacia Europa. Así ha sido siempre y hasta ahora no se ha descubierto ningún remedio que sacie el ansia de esta gente por salir de su miseria, incluso jugándose la vida una hermano tras otro. (pg.61)

Es Seguro que este trabajo de José y Magec puede colaborar en la reorientación de las actuales políticas europeas en materia de inmigración. Curiosamente, en la diversidad ideológica que todavía conforma la mayoría de la Europa común, los temas relativos a la inmigración y sus flujos migratorios concitan bastante similitud. Estas políticas basadas en la Vigilancia y expulsiones, se está convirtiendo en la única fórmula para combatir la inmigración irregular (pg. 86). Llegando a implementar políticas de “prevención” más que de “derechos” que conculcan años y años de luchas de nuestros antepasados. Como les ocurre a los familiares de estos 160 muertos de Kolda: Estamos muy tristes. (pg. 58).

La existencia de esos Guantánamo europeos: los CIE, con su continuo bloqueo informativo (pg. 74) y las regulaciones legislativas tan represivas con los Derechos Ciudadanos como la directiva de la vergüenza, no podrán conseguir que nuestro estado frontera quebrada en el sur de Europa, deje de ser una puerta entreabierta para el sueño de toda una generación de jóvenes africanos y un lugar de promisión cuyos ecos resuenan en el interior del continente más pobre y desesperado del planeta. (pg. 155).

Cuenta el autor del libro, en su viaje en coche hacia kolda que a partir de ahí, empecé a creer en los milagros (pg. 40). Nosotros no sólo creemos en ellos. Es que los hemos experimentado. Y lo experimentamos al hacer memoria de estos 160 jóvenes ninguneados por la historia, al creer que más allá del titular en algún recóndito medio de comunicación, estas muertes serán fermento de solidaridad y visibilización de este crimen que se está –continuamente- cometiendo con los pobres de la tierra.

Este libro, y así nos lo asegura el autor en la dedicatoria, también alentara a quienes odian y quisieran ver callados a aquellos que ponen voz y rostro a estos clandestinos. Sin embargo, el empeño de José y Magec y tantos que, desde distintos logares y oficios, estamos empeñados en reclamar que cuando los pequeños crezcan, alguno tendrá que volver a intentar el viaje hacia Europa. Así ha sido siempre y hasta ahora no se ha descubierto ningún remedio que sacie el ansia de esta gente por salir de su miseria, incluso jugándose la vida un hermano tras otro. (pg.61)

Por eso, decía al inicio y ya acabo, que este libro no habla de muerte, sino de la vida que se refleja en esas ansias de vivir, porque necesitamos aprender esa cultura africana, porque Donde un europeo diría que ahí no cabe más gente, los africanos se miran con una sonrisa y abren un hueco en el mínimo espacio imaginable. (pg. 68).

Pues lo dicho, amigas y amigos, como canta Silvio Rodríguez al comienzo del libro:

“sé que hay muertos que alumbran los caminos”

1 comentario:

  1. Y tambien canta Silvio: "Menos mal que existen los que no tienen nada que perder,
    ni siquiera la muerte. Menos mal que existen
    los que no miden qué palabra echar,ni siquiera la última." Y menos mal que hay personas, que nos recuerdan que debemos quitarnos la venda de los ojos para visibilizar lo invisible, que a veces nos lleva incluso a la ceguera total para determinadas situaciones. Nos Dice Naranjo que "Lo que planteamos en el libro es que el conjuro de los amuletos, llamados 'gri gri', debía ser muy bueno porque incluso habiendo muerto son invisibles y nadie se preocupa por informar sobre ellos". Por eso es importante que alguien nos lo recuerde. "No es que no nos vean, es que no quieren vernos", decian en la película "Los invisibles", y me temo que es verdad, que vivimos tan satisfechos con nuestro orden social que ni nos planteamos que haya hondas razones que impulsan a muchos a tener que jugarse la vida y venir hacia nosotros. Consideramos que es una invasion que debemos controlar, y no nos damos cuenta que nosotros somos los que agredimos, porque una agresión es la respuesta de nuestra sociedad cuando negamos a tanta gente el derecho de existir. Un poema de Jose Hierro nos recordaba que: "No has venido a la tierra a poner dique y orden en el maravilloso desorden de las cosas. Has venido a nombrarlas, a comulgar con ellas sin alzar vallas a su gloria.
    Nada te pertenece.... No has venido a poner orden, dique. Has venido a hacer moler la muela con tu agua transitoria... Y que el cantar que hoy cantas será apagado un día
    por la música de otras olas."
    De vez en cuando, alguien nos recuerda que hay mucho dolor y mucha vida en los micromundos que tapamos bajo nuestra ceguera, que hay gente que desde que nace ya se encamina al Norte, porque es donde se sitúa la esperanza que se convierte en el sueño de "vivir como Dios quiere que viva todo ser humano...."(IKI, Agosto, 2008). Pero, me parece que seguiremos haciendonos los sordos, y como nos dicen en la página de los Emigrantes Marroquíes, nos preguntaremos:
    qué puedo hacer yo? ¡¡¡Nada, pon tu nombre en la lista de los testigos mudos!!!!

    ResponderEliminar