domingo, 22 de julio de 2012

en el parque...


Cuantos años, quizá más de diez, sin pisar un parque infantil. Es verdad que los he atravesado multitud de veces. Si algo hay en mi barrio son parques y zonas verdes. Pero lo que se dice bajar al parque con un chavalillo hacia muchos años que no me ocurría.
Jardines Dionisio Ridruejo
La oportunidad que me ofrece el pequeño del poblado gitano rumano del Gallinero, que este fin de semana está con nosotros en casa, lo ha permitido.
Un puñado de niños solos en la cancha que de inmediato, al reconocerse deseos comunes, se ponen de acuerdo y organizan equipos, normas, limites y el juego en común. Curioso contraste con la vida política que nos tiene acostumbrados a esa impotencia vital de no ponerse de acuerdo ni en los deseos mas fundamentales. Será que esos que enarbolan el servicio al ciudadano, como deseo fundamental de su quehacer político, son unos tremendos mentirosos. Los pequeños juntando deseos comunes son capaces, ya digo, de auto organizarse.
Fuera de la cancha otro grupo - en este caso de niñas- de edades mas pequeñas aun, se ponen de acuerdo para intentar gestionar y organizar un riachuelo creado anárquicamente por el agua derramada del riego del césped. Se afanan, comunitariamente, en organizar los limites terreros necesarios para que el agua llegue lo mas lejos posible. También el interés común parece prevalecer sobre las distintas formas que, seguro, entre todas las niñas fuesen capaces de inventar. El riachuelo improvisado es la ocasión para trabajar conjuntamente, al unísono, intentando llevar el agua lo mas lejos posible.
Y lo mas sorprendente de todo es que lo hacen sin autoridad alguna que gestione el cauce a diseñar o que imponga las normas con que jugar siendo dos equipos de fútbol de numero impar y con evidentes diferencias de tamaño y maniobrabilidad pelotera.
Las herramientas para el quehacer, improvisados palitos del suelo y balones del juego, se ofrecen al que todos consideran mejor, van sorteándose entre unos y otras sin medida.
No hay propiedad, ni marca que patrocine. La naturalidad en la cooperación, eso que llamamos compartir, es la regla natural de relacionarse, de poner en común, de realizar la tarea entre todas y todos. Tampoco la diferente edad o la supuesta preparación de unas u otros, es impedimento para marcar goles o encauzar el agua.
Curioso el empeño que tienen algunos en destacar las diferencias para atacar a unos u otros; la preparación para decidir sobre la vida ajena o el orden para hacer prevalecer la voluntad del poderoso, instigador, muchas veces, de lo mas rastrero del ser humano. Observando a estos "manojillos de pulsiones", que diría el maestro y amigo Enrique Martinez, es evidente que la naturaleza humana no es obsesiva, acaparadora y destructora. No!, esas son formas de actuar de algunos adultos, adúlteros por naturaleza.
Los pequeños siguen rescatando lo mejor y mayor del ser humano.
Tengo que volver mas a menudo al parque con los niños y niñas.

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