martes, 25 de agosto de 2009

El Rey

No quiero comentar nada acerca de ninguna monarquía, ni tampoco hacer algún trabalenguas sobre la terminología "real" en los escritos bíblicos.
Simplemente quisiera compartir la experiencia vivida ayer ayer lunes en la presentación del nuevo equipo del Real Madrid, en el Santiago Bernabeú, a la que asistí invitado.
Con el amigo que acudí nos hacíamos una reflexión muy concluyente: no hay nada que mueva más que el fútbol. Este, con su liturgia y sus sumos sacerdotes, atraen, convocan y concitan el aplauso de multitudes ingentes de distintas personas. Adultos y pequeños, sabios y legos, ricos y precarios, hombres y mujeres...
De ahí que, reconozcámoslo, se le llame "el rey". Más de ochenta mil voces gritando y jaleando a veinticinco personajes carrera arriba carrera abajo sobre el césped.
Sobre el terreno de juego veintidós jóvenes que entre algunos de ellos, sumados sus ingresos, poseen más recursos económicos que algunos de los países más pobres de la tierra. Jóvenes deportistas de élite que durante estos meses de verano han llenado las paginas de ciertos tabloides mostrándonos su conmiseración con los pobres de lugares remotos del planeta.
Servicios públicos al servicio privado de los mangantes (perdón magnates) de este mundo. Fuerzas de seguridad guardando el sitio donde los cochazos oficiales y otros pudieran aparcar junto al campo, miembros de cruz roja prestos para recoger algún heridillo sobre el césped y barrenderos dejando lustrosa la acerca circundante al templo real: el estadio.
Sensaciones contradictorias, muchas, entre la realidad oscurecida de tantas calles y muchas vidas a nuestro alrededor y la realidad iluminada de esta ceremonia. Vidas ajenas y vidas alejadas. Espacios deportivos, altruistas, culturales y de encuentro o lugares de negocio, explotación y adormecimiento.
En fin, esa fue mi tarde futbolera.

1 comentario:

  1. Tu tarde futbolera en la misa pagana me recuerda una pregunta que me hago siempre: ¿Por qué personas que nunca protestan por sus condiciones laborales , que nunca critican lo que les machaca la vida, sí son capaces de salir a las calles gritando y llorando si su equipo pierde o, más aún si desciende de categoría? ¿Por qué salimos a las fuentes, inundamos las calles si hay una victoria y no celebramos así cualquier conquista en beneficio del ser humano?
    Dice E. Galeano , que adora el Fútbol sin dejar de ser un hombre muy comprometido, que este deporte “es una fiesta de los ojos que lo miran y de las piernas que lo juegan, pero es también un cochino negocio.” Nos habla de los hinchas, de cómo la ciudad y la rutina desaparecen para existir sólo el templo, donde “la única religión que no tiene ateos exhibe a sus divinidades.” Hace unos días en Glasgow me contaban el origen de la rivalidad entre los dos equipos locales: los del Celtic (católico) y los Rangers (protestantes), equipos que se formaron por los curas y pastores de los colegios para impulsar a los jóvenes a practicar deporte y que ahora terminan los derbys en verdaderas batallas campales.
    Nos cuentas, Javi, tus reflexiones sobre la liturgia que lleva el evento, y hay literatura sobre ello. Muchos autores relacionan el futbol con la religión. Vazquez Montalbán tiene un libro póstumo titulado: “Futbol: una religión en busca de Dios.” O J.Villoro que escribió: “Dios es redondo.”
    Lo cierto es que vemos a los jugadores como dioses con etiquetas comerciales en un nuevo Olimpo al que elevamos los ojos. Y, en menor grado, como los gladiadores que nos mantienen “distraídos” de otros problemas, en esta versión actual del “pan y circo”. Aunque, ya se sabe, ahora, con la crisis, cuanto menos pan más circo.
    Creo que la afición al futbol no debería estar reñida con la militancia, ni con las inquietudes sociales, porque puede ser un complemento de las diversiones de la vida. Pero ahora es menos deporte y más un instrumento para beneficio de las multinacionales y de las televisiones. Comparto tu crítica sobre el despliegue de servicios públicos puestos a disposición de este negocio. Da pena que la magia que tiene el balón para los chiquillos de todas partes del mundo, no sea ya lo mismo…... Que no se siga cantando aquello de:
    “ganamos, perdimos,
    igual nos divertimos...."

    ResponderEliminar