Pensaba yo que este día, marcado en el imaginario universal como el de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, tendría una resonancia en nuestra asamblea dominical. Al coincidir el recuerdo con el domingo... algo hablaremos, Cuál ha sido mi sorpresa que no ha tenido, en nuestra celebración, ninguna resonancia. Esa es la razón de esta breve reflexión.
Hay días que pasan sin pena ni gloria. Ocurre incluso con la celebración de los cumpleaños de cada uno de nosotros. Unos años son "más celebrados" y otros pasan "más desapercibidos". El motivo creo que son multitud de aconteceres.
Quizás, con la celebración de este día de los Derechos Humanos, ocurra que estos -los Derechos Humanos- se han quedado en una simple formulación, más adaptada a los intereses burocráticos de los poderosos del momento que una expresión certera y actualizada de aquellas luchas que ennoblecen lo humano y colaboran en la aspiración de la dignidad para todas las personas.
Como nos recordaba nuestra presbítera en la mañana, estamos viviendo unos momentos donde la misión, más que allanar caminos, nos urge a desbrozar senderos. Momentos en donde trastornados mentales con poder se empeñan en violentar en nombre de la paz. Poderosos sobre la vida ajena deciden quién y cuándo se debe pasar frío, vivir en la calle o alimentarse de las sobras de los cubos de basura. Travestidos de la democracia que no aceptan resultados electorales y retuercen la matemática con tal de seguir imperando sobre la ciudadanía. Avidos del capital que anteponen sus intereses bastardos a la vida, criminalizando y persiguiendo a quien esta defiende... Montones de realidades que nos hacen difícil tener presente un día falsificado con el eufemismo de los Derechos Humanos.
Como nos recordaba nuestra presbítera en la mañana, estamos viviendo unos momentos donde la misión, más que allanar caminos, nos urge a desbrozar senderos. Momentos en donde trastornados mentales con poder se empeñan en violentar en nombre de la paz. Poderosos sobre la vida ajena deciden quién y cuándo se debe pasar frío, vivir en la calle o alimentarse de las sobras de los cubos de basura. Travestidos de la democracia que no aceptan resultados electorales y retuercen la matemática con tal de seguir imperando sobre la ciudadanía. Avidos del capital que anteponen sus intereses bastardos a la vida, criminalizando y persiguiendo a quien esta defiende... Montones de realidades que nos hacen difícil tener presente un día falsificado con el eufemismo de los Derechos Humanos.
Sin embargo, en el privilegio que habitamos algunos, descubrimos -aquí y allá- personas henchidas de un sentido vital tan humanizador que expresan, con su vida, ación y preocupación... que los Derechos Humanos no son, como nos recordaba Galeano en su definición de la utopía, algo conseguido y finalizado. Al contrario.
Los Derechos Humanos expresan la capacidad -colectiva e individual- que los seres humanos tenemos de hacer el bien, de procrear felicidad y achuchar ilusiones de libertad y solidaridad.
Entonces, como con los cumpleaños, si hoy no celebramos el día señalado, tenemos otro montón de días por delante para vivir, defender y crear Derechos Humanos a nuestro alrededor.
Los Derechos Humanos expresan la capacidad -colectiva e individual- que los seres humanos tenemos de hacer el bien, de procrear felicidad y achuchar ilusiones de libertad y solidaridad.
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