lunes, 25 de abril de 2016

ser bueno...

Los asientos
En la celebración/asamblea de ayer domingo hablamos, reflexionamos y celebramos el amor. El mismo evangelio de Jesús nos dice que eso es lo fundamental en el ser humano y, desde luego, en quienes pretendamos querer ser sus discípulos... Ni siquiera pide adoración a él mismo. Simple y llanamente que nos amemos.
La palabra amor, como tantas, a sido tan desnaturalizada, manipulada y prostituida que algunos bestias llegan al paroxismo del absurdo reclamando "tanto la quise que la maté...". Nada más lejano a la propuesta del Jesús de los evangelios que esa manipulación.
Nos preguntábamos ¿cómo amar?. Y también ahí nos sentimos iluminados: desde los últimos (el servicio como expresión auténtica del amor) y hasta el extremo... (llegó a compartir la última mesa con quien le entregó....). 
Pero en medio surgió el hecho actual del "amor conflictivo". 
Hoy amar es entrar en conflicto con quienes están contra la vida: la hospitalidad (amar) se quiere criminalizar; la acogida a quien salta la valla fronteriza (amar) se pretende complejizar; la oposición (amar) a la retirada ilegal de hijos a familias pobres, como desobediencia; el empeño incansable (amar) porque los pequeños empobrecidos vivan con dignidad, como intervención no profesional; intentar visitar (amar) a presos FIES, es tachado de colaboracionista... y así multitud de contra-amores que tienen sus consecuencias. Por eso hablábamos del "amor conflictivo"...
Y entonces recuerdo esa formidable expresión que acuña Pepe Laguna:  misericordia conflictiva. Y reconocimos que a Jesús no lo condenan y asesinan por "bueno", sino por "conflictivo". Todo una cambio de perspectiva que nos lleva a situarnos de otra manera en la realidad que vivimos.

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