Tras los fastos verbeneros del fin de semana, las autoridades municipales celebraron el descalabro democrático derribando tres viviendas ocupadas por distintas familias.
Lo más grotesco de semejante atentado social es que una de las casas derribadas es donde vive una joven muchacha "dejada" por el padre de sus dos pequeñas criaturas. Y si la miseria ya es violencia, y si la actuación municipal no conoce la entraña humana de quien sufre sus desmanes... más burdo aún es este caso en el que dicha jóven madre es discapacitada auditiva. En medio de la exclusión, los condicionantes físicos son un agravante mayor que inflige, aún más, dolor y desesperanza ante el futuro.
Así era la casa de estas tres familias y en esto las convirtió una Administración municipal desalmada y deshumanizada como pocas conozco. Eso sí, después, la máxima autoridad de ella escribirá cuentos para que los niños puedan dormir tranquilamente. Serán sus nietos, porque yo sé de muchos que, otra noche más, tendrán que convivir sus sueños con los fantasmas que continuamente asolan la placidez del descanso: "mañana será la mía"?
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