sábado, 22 de febrero de 2014

mercado...

Es una palabra bonita. Con referencias entrañables al paseo semanal que las familias debíamos realizar con el fin de conseguir los víveres. Lugar de encuentro y de exposición de aquellos alimentos que, temporada tras temporada, la naturaleza iba ofreciendo.
Igual que hoy encontramos cualquier fruta todo el año -más allá de la temporada- esta globalización existente de la materia -responsable de esta intemporalidad- ha prostituido, una vez más, el lenguaje. Así el mercado, y su libertad, ha ocupado el primer puesto en la jerarquía sobre la que se construye el contrato social. Los partidos y sus gobiernos han quedado esclavos de esta autoridad económica y financiera: el MERCADO. Su libertad ha ocasionado que aquello que él señala como interesante para su crecimiento y omnipotencia puede vivir. Todo lo que no sea controlado, manipulado y querido por este... está irremediablemente llamado a su aniquilación, exclusión e invisibilización.
acción "manta blanca"
Esta mañana de sábado participamos en la acción "Manta blanca. Contra la penalización de la manta en el código penal". Junto a una importante marea de ciudadanos solidarios y personas sensibles a la terrible realidad que tienen que sobrevivir aquellos que migran y logran llegar a nosotros, también ha pasado gente que rechazaba dicha acción. Toda la queja es el genérico referido a que nos quitan el trabajo, venden falsificaciones, o no pagan los impuestos.
Sin embargo, con algunas de esas personas que tuve la oportunidad de hablar, la conclusión final es que más nos roban los bancos, que el problema no es la falsificación sino que no paguen, que la corrupción viste de corbata y puebla grandes banquetes... Curiosamente aquello que es la base del libre mercado (banca, falsificación, corrupción...), parece travestirse en problema a rechazar cuando el mercado libre lo detentan los empobrecidos y excluidos del sistema.

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