miércoles, 29 de enero de 2014

Fragilidad

Es como si todo a nuestro alrededor se desmoronarse en pos de la efectividad, el cinismo o la corrupción.
Las personas ya no tenemos rostro, historia ni cicatrices. Parecemos sombras de lo que fuimos. Como estas siluetas que se asoman, en la fotografía, a las que es imposible identificar, sopesar, reconocer.
Todo se pretende transformar en sombras de lo real. Los Derechos Fundamentales se proclaman vacíos, como aquella salmodia repetitiva que poco tenía que ver con la realidad cotidiana de quien la recitaba. La honestidad personal se parece más a esos bloques de nieve que en un mundo descuidado se van derritiendo sin parecer importar mucho. La subida del nivel acuático acarreará desastres pequeños a la deshonestidad. La ética colectiva parece más un principio a comprar como reliquia en la tienda de “viejo”,  que un camino imprescindible a recorrer por quienes detentan cualquier responsabilidad.
Las sombras son frágiles. Dependen del contraluz para su existencia. En esa fragilidad, instante luminoso, parece jugarse hoy el reconocimiento de la existencia de muchos de nuestros convecinos.

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