escuela de hojalata |
Y este privilegio chocaba, hace un rato, con las imágenes ofrecidas por la caja atontadora, porque pudiera no ser tonta -si hubiera voluntad de ello-, en donde unos ciudadanos que se autodenominan representantes políticos desmembraban palabras, cifras e ideologías sobre lo que nos conviene a los ciudadanos que no nos dedicamos a organizar los desastres ajenos y pretendemos, al contrario, ser capaces de general solidaridad, esperanza e ilusión a nuestro alrededor.
Con una economía de subsistencia, en las clases de El Gallinero, se trabaja para romper esa cadena diferenciadora que hipoteca el futuro a estos pequeños gitano-rumanos, como se les ha hipotecado la vida generación tras generación. Mientras la clase política se afana por conseguir el poder "al servicio de los ciudadanos", hay otro tipo de personas, ciudadanos de la honestidad y el compromiso con los más pequeños, que se desviven porque esa rueda maldita de la exclusión siga atropellando criaturas indefensas.
En una escuela de chapa, rodeada de oscuridad y podredumbre, la cultura enseñada a estos pequeños será, más allá de las innumerables dificultades existentes, el inicio cierto y posible de que la realidad -"otro mundo posible"- puede ser mejorada y transformada.
Estos niños, con quienes compartí un ratillo de la tarde festiva, si que son viva imagen de la excelencia. Y no por los resultados que vayan a obtener. Si, por el esfuerzo en querer cambiar esa ignorancia que, a sus mayores, les arrastra a tener que ganarse la vida de formas complejas y, en ocasiones, rechazables. ¡Que delicia de tarde!.
calculadora manual |
Como decía, desde una escuelita de chapa, esta tarde festiva en Madrid, asistimos anonadados ante la posibilidad de hacer las cosas de otra manera. La calculadora de dedos inventada por el pequeño y los mapas geográficos de nuestro mundo, se convirtieron en la brújula imprescindible para nuestro camino de futuro.
Ojalá que podamos caminar hacia la igualdad de oportunidades.
ResponderEliminarUn abrazo,
Diego