Comenzamos las celebraciones

Con ilusión volvemos a encontrarnos en San Carlos Borromeo. En torno a la mesa vamos desfilando conocidos y desconocidos en un encuentro esperado y siempre grato. La celebración dominical, suspendida durante algunas épocas, siempre nos hace volver a pararnos, escuchar y escucharnos. Iluminar el caminar con el Evangelio de Jesús , tras la escucha de este, ir iluminando la vida que vivimos. Esto es importante.

No toda la vida se vive. En ocasiones asistimos a espectáculos en los que la vida se maltrata, manipula o silencia. Somos capaces de ir exponiendo esa vida anhelante de justicia y esperanza que, solidariamente, entre todos y todas queremos alumbrar.
Esta mañana, y como comienzo no está nada mal, la lectura evangélica nos decía "los últimos serán los primeros, y los primeros los últimos". Vaya susto. Si entendemos la vida muchas veces justo al contrario. Entre unos y otras hemos ido exponiendo lo que esto nos significa. El reto que supone el evangelio de subvertir este sistema en el que vivimos.
Preocuparnos del más pequeño, del más vulnerable. Del tropezón por antonomasia. De aquel que incluso nos altera, roba o desborda con sus propias dificultades que se muestran como agresiones, a uno mismo, y a quienes estamos alrededor. Empeñarnos en que nuestros espacios tengan cada vez menos cerraduras y puertas más abiertas. Que nuestra mesa no sea lugar de llegada para aquellos que pretendemos luchar, sino espacio donde compartamos nuestra propia existencia. Que nuestras celebraciones sean expresión nítida de nuestra capacidad de acogida, más que vomitorio de doctrinas, leyes y ritos que no nos dicen nada y sí nos lastran mucho.
Hemos comenzado las celebraciones -la vida no ha parado- y tengo ilusión porque éstas sean expresión de nuestra Fe en las personas y nuestro empeño en hacer justicia al estilo de Jesús: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti."