sábado, 19 de marzo de 2011

Profanación...

Asistimos estos últimos días a una nueva escenografía para-litúrgica entre unos jóvenes que entran en una capilla y se desnudan el toso dentro de la misma y la jerarquía católica -escoltada por la parafernalia jurídico policial- que organiza actos de desagravio por semejante hecho.
Más allá del acto realizado por estos jóvenes y muchachas que, efectivamente, me puede parecer zafio y de mala educación -seguro que no somos capaces de hacer lo mismo por los precios de cualquier museo o de las salas de teatro publicas-, lo realmente sorprendente es la afección que parece producir en personas creyentes católicas.
No lo puedo entender y, desde luego, no quiero aceptar esa guerra abierta frente a la sociedad civil y laica por parte de la jerarquía utilizando este simple hecho ocurrido en una capilla de la facultad.
Para mí el problema está en la conciencia que de "lo sagrado" tengamos. Creo que sólo el ser humano, la mujer y el hombre en su desnudez, son sagradas. Juntamente con la creación entera que nos acoge, acuna y da vida, reconozco que utilizar tan alta expresión: "sagrado" para cosas materiales e inanimadas es una tanto frívolo. Quizás esa frivolidad es la que nos permite parapetarnos frente a una realidad que nos llama y clama porque está expoliada de su dignidad. Así la profanación de las mujeres traficadas y explotadas sexualmente, los jóvenes con enfermedades mentales que huyen despavoridos por las drogas, el alcohol o la violencia, los niños que siguen mal viviendo en medio de la miseria a escasos kilómetros de los centros de poder, los pobres que arriban nuestras costas o puestos fronterizos intentando un futuro mejor, las energías nucleares que van a adelantar el destrozo de la creación en el que parecemos estar empeñados
... Estas realidades, las personas y la creación, sí que son sagrados a quienes continuamente profanamos, muchas veces con una indiferencia pasmosa.
Recuerdo hace años cuando pocas horas antes de comenzar la fiesta de carnavales, que ese año se celebrar en San Carlos Borromeo porque las entidades del barrio no tenían otro espacio donde poder hacerlas, el vicario de turno de vallecas llamó por teléfono muy azorado e impertinente pidiéndonos que inmediatamente suspendiésemos dicha fiesta porque al celebrarla en el salón que tenemos se "desacralizaba" dicho lugar y ya no se podrían celebrar Eucaristías. Como si la sacralidad de los espacios la diesen los signos y sacramentos y no las personas que en ellos vivimos, celebramos y festejamos la vida y la vida que queremos procurar...
Como no desespero, espero que pronto nuestras jerarquías religiosas comiencen a realizar actos de desagravio porque los pequeños y pobres siguen siendo profanados.

1 comentario: