domingo, 5 de diciembre de 2010

re-conversión

Entre los privilegios con quienes convivimos está, sin lugar a dudas, la relación con aquellos que vienen de fuera. Que no tienen nuestra cultura, ni nuestro lenguaje, tampoco nuestras tradiciones folclóricas y mucho menos los sabores culinarios. Pero "son de los nuestros".
Ayer tarde, en una fiesta de folclore peruano que tuvimos en San Carlos pude vivir esa experiencia.
Más allá de la música y los trajes vistosos, tomé un té con la familia marroquí vecina, estuve s
entado junto al matrimonio rumano refugiado en San Carlos y compartí la aficción a la fotografía con un joven gambiano. Todo eso aderezado con la música andina de distintos países del altiplano latinoamericano.
Tenemos, en esta mañana de domingo lluviosa y gris, una llamada imperativa en el evangelio que leeremos a la "conversión". Quizás habría que traducir a la re-conversión. Tras tantos años de institucionalización religiosa estamos invitados -tenemos que volver- a las fuentes de la Buena Noticia. Y esta no vendrá encorsetada en ritos, exclusiones o prerrogativas hacia el poder.
La diversidad, el encuentro con los otros, la expectación para descubrir cuáles puedan ser hoy los espacios donde la buena nueva es acogida, encarnada y cuidada es tarea de todos. No podemos sustraernos a esta invitación.
Es un mundo cada vez más vuelto hacia sí mismo, procurando excluir de nuestras "fiestas" a quienes no tienen, quienes vinieron por el "efecto"huida: huida del hambre, de la pobreza, de la desesperanza...
Esta misma semana, como la cara oscura de lo que nos acontece, vienen varias personas contándonos cómo actúa la policía contra las personas sin papeles: les citan en su propia casa para que acudan a comisaría donde les abren un expediente de expulsión. Semejante atropello, expresión de los comportamientos más bajos y rastreros que pueda tener una sociedad que se denomina democrática, no puede consentirse, tenemos que rechazarlo no sólo de palabra. Hay que acompañar a todas esas personas sin papeles entre nosotros para que no acudan a esas lamentables llamadas que las fuerzas de seguridad está realizando con el fin de atemorizar, controlar y expulsar a "unos de los nuestros".
Que lejos y qué posibles quedan aquellas esperanzas del profeta: "Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastoreará"

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