Debíamos presentar la documentación requerida para ver si, después de cuatro ocasiones, a la quinta va la vencida y le conceden la "Residencia por circunstancias excepcionales". Si bien las personas que trabajan en dicha oficina nos atendieron cordialmente, la tensión que se respiraba, o que yo sufría, era de una tensión impresionante. Parecía el examen de fin de carrera o el de conciencia que a tantos, en ocasiones, nos duele.
Las personas migradas, con su aluvión de papeles con los que justificar el tiempo que llevan viviendo entre nosotros y las pruebas de su integración, van pasando ordenadamente a la mesa del "juicio". La funcionaria, pausadamente, va pasando documento a documento. Junto al pequeño ruido del folio acompañado del aire que origina, se produce una especie de suspiro silencioso por parte de la persona examinada. Un documento que pasa, un alivio para la persona migrada. El pasar hojas se detiene, la funcionaria le da vueltas, relee, acerca la visión, el migrante contiene el aliento, ni respirar quiere no vaya a incomodar al examinador y eche atrás otro documento... Así hasta que encuentra un error: "este documento está mal". Tiene que volver a solicitar cita, esperar unos meses, rehacer -si se puede- el entuerto... volver a esta terrible situación de ver cómo su vida y su futuro dependen de unos papeles en manos de alguien totalmente ajeno y desconocido para él.
Además, la pintura de dicho servicio es muy parecida a los colores utilizados en el CIE de Aluche: amarillo pastel chillón y azul marino fuerte. Nos preguntábamos este joven y yo, si no sería un aviso para navegantes...
Quizás la respuesta estaba escrita en la pared del local de dicho servicio público. Si, la foto corresponde a ella. Los responsables del Ministerio o del orden visual del Ayuntamiento de Madrid no han debido caer en la cuenta de la ofensa que supone ver escrito en la fachada de tu ciudad que sobras. Que sobramos....
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