Leo con asombro y tristeza la detención del joven de 21 años Rafael García. En el cuerpo de la noticia hay varias cosas sorprendentes. En primer lugar la preponderancia mediática dada a un tipo delictivo nada extraño entre la población española: el intento de robo de un vehículo. ¿Porqué una página entera para ello? La segunda, la distorsión: si quien presuntamente lo realiza es un adulto que se despliegue sobre él los instrumentos jurídico penales que el estado tiene previstos. ¿Porqué, de un hecho cometido por un adulto, hemos de responsabilizar a todo un colectivo: los menores de edad? El tercero es la asombrosa precipitación del miembro de las fuerzas armadas avisando a una ciudadana que, según se desprende de la noticia que es quien me suministra esta información, nada tiene que ver con estos hechos. ¿Qué se persigue avisando a la madre de una víctima del delito presuntamente cometido por un adulto? ¿Tomará medidas el ministerio de Interior respecto a la confidencialidad que se le debe exigir a un funcionario público en la realización de su trabajo y en las informaciones que por esto conozca?
Si bien creo que la inserción de este joven pone en entredicho las acciones de quienes tuvieron su reponsabilidad cuando era menor; no creo que se deba descargar toda la culpa en su actual situación. ¿Quién dará trabajo a este ciudadano cuando los medios, los políticos y esta pobre madre "enfermizada" nos han dado cuentas y pelos y señales de su vida?
Y en este asunto delicado, la incorporación al debate "enmierdándolo todo" de nuestra insigne presidenta autonómica sólo agudiza más las dificultades para encontrar respuestas humanas y humanizadoras en medio de esta sociedad tan desalmada y mercantilizada. ¿Alguien se atreverá a pedir la dimisión a dicha señora cuando solicita la "cadena perpetua" situándose al margen del orden constitucional? ¿Qué instrumentos articulará este personaje político cuando tenga que hacer valer la orden constitucional que marca que las penas privativas de libertar están orientadas a la reinserción social?
14 kilómetros marcan la distancia entre la exclusión y la inclusión. Esa distancia separa la Puerta del Sol, punto neurálgico de Madrid, de la Cañada Real Galiana. 14 kilómetros separan la costa europea de un continente empobrecido. Catorce kilómetros: una distancia muy larga para quienes se ven obligados a recorrerla cada día. Con este blog pretendo visibilizar y rendir homenaje a todas esas personas que peregrinan cada día por los márgenes de la exclusión.
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Javier, como estás? felicidades y ánimos por el blog. Te seguiré desde Lisboa. Con respecto a los tres policías de la primera historia, es triste pero en Madrid parece que los policías que se incorporan nuevos están sacados de un gimnasio. Niñatos, chulos, prepotentes y engominaditos. Es rara la ocasión que me topo con un policía que me pueda caer bien de primeras y me sorprende cuando ocurre (alguna vez me ha ocurrido). Pero lo importante es por detrás están dándole ordenes y se sienten apoyados y valientes para cometer todo tipo tropelias de barrio, cuando en teoría, y sólo en teoría "ellos" son los defensores de la ley. Madrid se está convirtiendo en un sitio muy complicado para vivir para muchas personas. Triste. Te pongo un ejemplo, en Lisboa me encontré con un senegalés "sin papeles" vendiendo pulseras por la zona de Chiado. Le pregunte un poco por su vida; y le pregunté, pensando en la situación Madrid, como era el trato con la policía. Me dijo que si él tenía algún problema con alguien por la calle por razismo, él llamaba a la policía para arreglar el problema!!!!! Sólo pude sonreir :)
ResponderEliminarUn abrazo
Fran