Una vez más pudimos comprobar cómo, cualquier circunstancia que altere la vida en este poblado, es percibida y disfrutada, especialmente por los más pequeños, como una auténtica fiesta. Así los más pequeños colaboraron en la descarga del material, se encargaron de avisar a los vehículos que entran a toda velocidad a la calle del poblado, corrieron, jugaron y hasta se preocupaban, unos de otros, de estar al tanto de los más bebes que correteaban sin límites por toda la plazoleta donde se construía la nueva marquesina.
Cuando ya estaba la nueva marquesina construida en lugar seguro dentro de la plaza, uno de los pequeños preguntó: ¿y ahora dónde va a parar el autobús de pedir...?. Todos tenemos nuestros referentes. Sin duda, coger el autobús, tiene una especial significación en las posibilidades de subsistencia de estos "manojos de pulsiones" que les llama el maestro.
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