Atareado el día de ayer entre manifestación y grafitos en san Carlos Borromeo. en la primera, quizás, no fuéramos tantos como se esperaba. Especiales ausencias noté, precisamente, entre ciudadanos inmigrantes. Quizás el día, los miedos o la desesperanza en este gobierno, con sus acólitos, hacen que bajemos la guardia y dejemos de levantar nuestra voz frente a los muros que incansablemente, ellos, están alzando sin conmiseración. Comentaba un amigo, a la sazón periodista, que durante un viaje estos días a Mauritania ha podido convivir con la situación de hambruna en que está sumergido el país. Y los esfuerzos de las autoridades del mismo en evitar la salida de cayucos hacia la rica Europa con el fin de conseguir recursos económicos de las Administraciones europeas que no siempre irán a parar a paliar el hambre de sus vecinos. Dejo el enlace del comunicado leído ayer. También estuvo presente una pequeña representación de los inmigrantes marchantes que salieron el pasado 23 de Septiembre de Cataluña y llegaran el próximo fin de semana a Madrid, donde el domingo 25 a las 11h. saldremos en manifestación de la plaza de legazpi.
Y mientras, en los muros de San Carlos, un grupo de jóvenes y niños expresan su alegría y esperanza decorando sus paredes con grafitis. En estos tiempos de tanta "contaminación" acústica, visual, ambiental (no se habla de la más grotesca "partidista") tenemos que ofrecer los espacios y lugares a nuestro alcance para que la gente se vincule, exprese y disfrute. Me ha sorprendido la segunda acepción que señala el Diccionario de la Real Academia de la Lengua sobre los grafitis. Dice "letrero generalmente agresivo". Creo que tendríamos que comenzar a reconocer dónde están las verdaderas agresividades, incluso verbales y léxicas. Bueno, pues creo que la imagen externa de la parroquia ha mejorado considerablemente. Ahora vendrán los toca... municipales a pedirnos que les dejemos pintar -¡a ellos!- los muros parroquiales.
Y seguimos un domingo más haciéndonos eco de las esperanzas y luchas de nuestra gente. Hoy leeremos esas palabras -tremenda revolución, si las ejerciéramos realmente- del Evangelio: "el que quiera ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor". Ahí es nada.
14 kilómetros marcan la distancia entre la exclusión y la inclusión. Esa distancia separa la Puerta del Sol, punto neurálgico de Madrid, de la Cañada Real Galiana. 14 kilómetros separan la costa europea de un continente empobrecido. Catorce kilómetros: una distancia muy larga para quienes se ven obligados a recorrerla cada día. Con este blog pretendo visibilizar y rendir homenaje a todas esas personas que peregrinan cada día por los márgenes de la exclusión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario