Vimos desfilar ayer a los que juegan a la guerra por las calles de Madrid. Atasco morrocotudo y estruendo ruidoso sobre las cabezas cuando los pájaros de hierro sobrevolaban nuestra casa mientras preparaban la llegada de “autoridades”. Tributo este de las fuerzas armadas, día de la hispanidad o día de la victoria -que dicen los antiguos- al poder de la fuerza y la violencia. Como bien dice mi hermana “es el día de la explotación de los recursos de Latinoamérica, es el día de la opresión, el día que celebra la esclavitud, la destrucción de una cultura, un pueblo, el día donde se instauró el colonialismo... y la historia es historia y eso pasó hace más de 500 años, pero hoy día se sigue manteniendo el colonialismo de Iberdrola, de Repsol, de telefónica, de Santander Central Hispano...que siguen explotando de manera brutal los recursos naturales de países subdesarrollados en beneficio de los "desarrollados"...y se sigue celebrando con desfiles militares, armas, aviones de combate...o sea que seguimos igual de cromañones que hace 500 años. No tengo nada que celebrar en el día de la hispanidad, es como si celebráramos el Holocausto”. Una vez más, sólo puedo estar de acuerdo con ella.
Y hablando de ruidos, asistíamos atónitos el pasado domingo en el parque de Retiro a la concentración convocada por ciudadanos y ciudadanas que simplemente reclaman un espacio público donde poder desarrollar su cultura y su expresión artística. Pues bien, nuestro ilustre alcalde, junto a todo el consistorio –incluyendo según mi torpe información a la oposición que no se ha pronunciado en contra- ha ejecutado otra alcaldada. Resulta que dicen que el ruido y estruendo que se provoca en el Retiro molesta a los vecinos y algunos ciudadanos que pasean por el mismo.
Si bien es verdad que habrá que conciliar intereses y gustos (el mismo domingo en la tarde otro atasco monumental en la plaza de Atocha por un concierto al gusto de otros ciudadanos) lo que presenciamos fue la expresión más brutal que puede ejercer la Administración sobre la ciudadanía. El monumento a Alfonso XII, junto al Lago del parque, tomado por fuerzas policiales que linternas en mano cacheaban a todo pretendiente a ocupar la plaza con el fin de detectar esos terribles artefactos contra la seguridad ciudadana y la contaminación acústica: los tambores. Las razones que daba uno de los policías mandado por la alcaldada es que ahí, en ese recinto se producían ¡¿?! violaciones ¡¿?!. Y que además la gente que estábamos en la plaza éramos sospechosos (así todos…) Que horror, que espanto. Como en los mejores escenarios sado, en medio de un bullicio conmovedor cuando resuenan los tambores de los jóvenes ahí concentrados, cualquier tarde de domingo, se producen v i o l a c i o n e s de muchachas sin ningún pudor y sin rechazo. Pero dónde estamos????
Efectivamente, ante la cara descompuesta de la compañera a quien el agente del orden le daba dichas explicaciones, el policía aclaró que no, que las violaciones no eran ahí. Que “hace tres años violaron a una muchacha en el parque del Retiro”, palabras textuales del representante de la autoridad. Que descanso, era muy posible que nosotros –incluyendo la mujer que nos acompañaba- no fuéramos sometidos a la pira del incesto y la violación. Teniendo en cuanta que el parque del Retiro tiene una extensión aproximada de 1.068.124 metros cuadrados y que aquella atrocidad ocurrió hace tres años, no acaba uno de entender la causa y consecuencia de una de las razones para censurar la expresión musical en dicha plaza.
Siendo lego en legislación municipal sobre ruidos, tengo otras sensaciones –corazonadas diría el de la alcaldada-: no será que preocupa que los ciudadanos nos organicemos sin necesitar ser esponsorizados por ninguna administración pública o empresa privada?
Con tristeza y preocupación apunto más esta idea que las que daban la autoridad policial de la alcaldada. Espero que el año próximo, aparezcan esparcidas por Madrid carteles diciendo que se suspende el vuelo de pájaros de hierro militares por los decibelios emitidos. O que los vecinos cercanos a Estadios de futbol, reciban junto al impuesto de recogida de basuras, una cartita del ínclito advirtiendo que desde ese día los eventos deportivos serán presenciados con ciudadanos que deberán llevar mascarillas en la boca, y no por la gripe A. Y que los ciudadanos de distintos barrios recibamos la grata noticia de que los profesionales de la política tendrán que trabajar el doble porque les han extirpado las cuerdas vocales para que no atormenten oídos sanos de sus conciudadanos.
Y si de algo dieron muestra los concentrados en el Retiro es que no hace falta violencia para el diálogo y el entendimiento.
Yo también asistí atónita a la censura a la libertad de expresión de esa gente "tan peligrosa" que se manifestó con las siguientes armas: una guitarra, dos instrmentos de viento (una flauta trasversal y una armónica), un encerro y una olla muy pequeña y una cuchara.
ResponderEliminarEn fín.Qué maravilla de país que frente a la opresión: música!!!!!!!!!!!!!!!
Sí, creo también que nuevamente, los espacios alternativos al ocio comercial, o los lugares de encuentro entre personas de distintas procedencias, las actividades lúdicas y culturales que no organizan los de siempre, “molestan” y se prohiben , justificandose con el tráfico de drogas, la contaminación acústica, etc....¿Quien considera la música un ruido contaminante? ¿Por qué la unión de la gente en una fiesta de danza y percusión molesta tanto que debe también penalizarse? ¿No será que lo que molesta es el inmigrante, la mezcla de culturas y personas, el mestizaje?
ResponderEliminarLos hay que dicen que es mejor el silencio para escuchar la naturaleza, y que a la gente le gusta pasear en paz. No me parecen contrarias la paz y la música, y en cuanto a lo del silencio, viene de aquellos que soportan o producen mucho mas alboroto y mucha mas contaminación, incluso cultural. Si se busca el silencio interior, ése es el necesario para estar en paz con uno mismo, para ver la armonía en todo, para reflexionar sobre las cosas verdaderamente importantes. Quizás, si gozaran de ese silencio, podrian disfrutar de la unión y alegría con los otros. A lo mejor hasta se unirían a la fiesta y verían cómo nos hace falta la música ..... Y recordarían, como hacia Mercedes Sosa hasta hace unos dias, que: “Si se calla el cantor calla la vida, porque la vida, la vida misma es todo un canto; si se calla el cantor, muere de espanto la esperanza, la luz y la alegría.”
Por eso, seamos activos contra estas arbitrarias prohibiciones, para que no calle el cantor.....