Recibo con gratitud la noticia de la concesión del príncipe de Asturias a Berlín por su "revolución pacífica de 1989" en la caída del infausto muro de Berlín.
Recuerdo, hace 20 años, cómo era todo un símbolo de la cerrazón humana así como icono de todos los muros que debían ir cayendo en ese final de siglo XX.
Sin embargo asistimos a la instauración de más muros, vallas y otras vergüenzas que, tristemente, nos desunen, enfrentan y matan.
En poco días marcharemos centenares de ciudadanos a Ceuta con el fin de mostrar nuestra solidaridad con los inmigrantes ahí retenidos y convocados de una manera particular por los 72 hindúes que llevan malviviendo más de un año en el bosque huyendo de unos gobiernos europeos que han decidido enjaular los derechos humanos en el continente europeo cerrando la puerta de entrada a los pobres del mundo que buscan comida, dignidad y vida en definitiva.
Espero que dentro de poco podamos celebrar -con premio príncipe de Asturias o sin él- que esos días de covivencia en Ceuta significaron el esfuerzo común por derribar vallas, muros y políticas de terror.
14 kilómetros marcan la distancia entre la exclusión y la inclusión. Esa distancia separa la Puerta del Sol, punto neurálgico de Madrid, de la Cañada Real Galiana. 14 kilómetros separan la costa europea de un continente empobrecido. Catorce kilómetros: una distancia muy larga para quienes se ven obligados a recorrerla cada día. Con este blog pretendo visibilizar y rendir homenaje a todas esas personas que peregrinan cada día por los márgenes de la exclusión.
Ceuta, Melilla, Estremera, Ciudad juarez, Zambrana, Lampedusa, Picasent, Gaza... soñamos que un dia seran tambien sinonimo de concordia y no imagen de muro, separación, dolor...
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