martes, 24 de marzo de 2009

¿Vivir?


Vivo estos días pendiente del estado de salud de un chaval de casa.

Hay circunstancias que hacen que “lo mejor” pueda no ser lo mejorable, sino su finalización. Cuando la vida se convierte en una losa, la existencia se vuelve pesada. Es más, surge inevitablemente el deseo de morir, de acabar. Curiosamente vivir es morir.

Si la vida ha sido un tortuoso camino de espinos, más allá de cualesquiera responsabilidades personales o estructurales, la felicidad de esta se impone como finalización, como término.

Defender la vida tiene que pasar necesariamente por defender la “vida digna”. Tengo claro que no toda vida es digna. No porque esta no lo merezca –siempre lo puede anhelar-, cuanto porque hay existencias tan cargadas de culpa, dolor y contradicción que empeñarnos en atisbar sentimientos dulces y felices se torna un empeño ciertamente trabajoso.

Siento que la solución no es tampoco sencilla. Cómo procurar ese descanso deseado y necesario. Cómo satisfacer las ganas de poner fin a este “valle de lágrimas”, que cantábamos por estas fechas hace años…

Hay cargas pesadas que dificultan la misma vida. Y no sólo en personas con problemas de salud. Pienso en muchos presos a quienes la ansiada libertad, tras años pasados en cárceles deshumanizadas y por tanto deshumanizante, es más un problema difícil de gestionar que un horizonte atrayente y posibilitador.

Hace tiempo, ante decisiones fundamentales, junto a compañeros y compañeras de camino, descubrí que había situaciones vitales en las que nuestra presencia se limitaba –que no es poco- a “estar”. Hemos aprendido que lo insignemente humano es la calidad de vida, más que la cantidad de esta.

Acompañar la decisión tomada por el otro, más allá de nuestra propia estructura ideológica. Escoltar aquél camino decidido donde la libertad, el descanso y la felicidad fuesen las guías para vivir dignamente.

3 comentarios:

  1. No falla. Cada vez que pienso o me piensan en esto, vuelven a mi cabeza "El problema del dolor" y "Una pena en observación" de C.S. Lewis:

    "Nadie me había dicho nunca que la pena se viviese como miedo. Yo no es que esté asustado, pero la sensación es la misma que cuando lo estoy. El mismo mariposeo en el estómago, la misma inquietud, los bostezos. Aguanto y trago saliva.

    Otras veces es como si estuviera medio borracho o conmocionado. Hay una especie de manta invisible entre el mundo y yo. Me cuesta mucho trabajo enterarme de lo que me dicen los demás. Tiene tan poco interés. Y sin embargo quiero tener gente a mi alrededor. Me espantan los ratos en que la casa se queda vacía. Lo único que querría es que hablaran ellos unos con otros, que no se dirigieran a mí."


    C.S. Lewis, Una pena en observación.

    Acojona. Como la vida. Pero luego me acuerdo de "LAS INVASIONES BÁRBARAS" y vuelvo a ver el vaso medio lleno. Y hasta vuelve la sonrisa. Nunca me gustó viajar solo. Todos los viajes, hasta el último, son distintos si se comparten con alguien que te quiera. Para ESO viajamos.

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  2. Cuando he leido lo que has escrito hoy me he emocionado y he recordado un documento que me envió Josito cuando murió mi hermano:
    “Somos lo que nos han querido”
    "Si algo es capaz de dar sentido a la existencia humana, téngase la cosmovisión que se tenga, esto es la fuerza del amor. Tanto que, en verdad, “quien no ama permanece en la muerte”(1 Jn.3,14). En definitiva, vivir es llenar la propia existencia de rostros, de gestos, de ternura, de pequeños detalles, de hechos discretos pero sublimes, de hacer realidad, en suma, aquella súplica de Casaldáliga “Cuando me presente ante ti; Padre, quiero llegarme con las manos vacías y el corazón lleno de nombres”. Y es que, en definitiva, no sólo existimos por amor, somos por amor. De ahí que propiamente podamos afirmar que somos lo que nos han querido."
    Cuando llegue el descanso tan ansiado, muchos, a pesar de tanto dolor, tendrán muchos nombres que habrán acompañado,y quien sabe si quizas suavizado, tanto sufrimiento y tanto infierno. Besos.

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  3. Javi, al leerte he pensado en Khalil Yibrán:

    "Almitra, entonces, habló, diciendo: Os preguntaríamos ahora sobre la Muerte.

    Y él respondió:

    Desearíais saber el secreto de la muerte.

    ¿Pero cómo lo encontraréis a menos de buscarlo en el corazón de la vida?

    El mochuelo, cuyos ojos atados a la noche son ciegos en el día, no puede descubrir el misterio de la luz.

    Si, en verdad, queréis contemplar el espíritu de la muerte, abrid de par en par vuestro corazón en el cuerpo de la vida. Porque la vida y la muerte son una, así como el río y el mar son uno también.

    En el arcano de vuestras esperanzas y deseos, reposa vuestro conocimiento silencioso del más allá.

    Y, como las semillas soñando bajo la nieve, vuestro corazón sueña con la primavera.

    Confiad en los sueños, porque en ellos el camino a la eternidad está escondido.

    Vuestro miedo a la muerte no es más que el temblor del pastor cuando está en pie ante el rey, cuya mano va a posarse sobre él como un honor.

    ¿No está, acaso, contento el pastor, bajo su miedo de llevar la marca del rey?

    ¿No lo hace eso, sin embargo, más consciente de su temblor?

    Porque ¿qué es morir sino erguirse desnudo?

    Y ¿qué es dejar de respirar, sino el liberar el aliento de sus inquietos vaivenes para que pueda elevarse y expandirse y, ya sin trabas, buscar a Dios?

    Sólo cuando bebáis el río del silencio cantaréis de verdad. Y, cuando hayáis alcanzado la cima de la montaña es cuando comenzaréis a ascender.

    Y, cuando la tierra reclame vuestros miembros, es cuando bailaréis de verdad."

    Un beso muy grande!

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