jueves, 15 de junio de 2017

en nombre de la ¿democracia?

Ayer tarde, en la nave Terneras del Matadero de Madrid en Legazpi, se celebró un acto "Contra la criminalización de la protesta, por las Libertades, los Derechos y la Independencia Judicial" donde hemos escuchado relatos estremecedores sobre cómo la manipulación policial ayudada por los silencios o interpretaciones de jueces y fiscales, están provocando mucho dolor a ciudadanos corrientes. Trabajadoras y trabajadores con un "perfil" (por utilizar términos policiales) semejante: personas activistas a quien se pretende vincular con actos terroristas. Y este dolor se expresa en la cantidad de años de cárcel que se pide a estas personas, en el incremento monetario de las multas por la ley mordaza o en políticas de guerra contra las personas migrantes y refugiadas. 
En vídeo tuvimos la participación de vecinos y vecinas que contaron lo que pasó aquella tarde en Alsasua, así como el grupo de mujeres sevillanas del coño insumiso, o a Casandra contando su situación por unos tuits ofensivos.
Además la presencia del joven Nahuel, Elena la madre de Alfonso o el profesor universitario de arqueología en la UAB de Barcelona Ermengol Gassiot.
Pensaba en lo débil que es el estado de Derecho. Sistema que no podemos dar nunca por conquistado, siempre en construcción y con la certeza ineludible de que los Derechos Humanos no hay que esperarlos, sino lucharlos.
Poner rostro a historias de represión, persecución y manipulación es una tarea imprescindible en las luchas sociales, precisamente, para que no sobresalga aquello que criticamos: evitar el riesgo de anteponer lo ideológico a la persona.
En el acto se nos hizo cantar, algunos letrados nos explicaron el estado de la cuestión desde el punto legal. Pero sobre todo, la sensación que tuve es el despropósito de un entramado social y político que no sólo rechaza la diversidad sino que pone todo el poder a su alcance para perseguir y criminalizar a las personas y colectivos que pretenden pensar por sí mismos. Recordé, entonces, aquel famoso poema de Martín Niemöller:

«Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí, no había nadie más que pudiera protestar.»

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