domingo, 28 de enero de 2024

sentirnos....

El privilegio de compartir comida, ilusiones, vida...
Esta mañana en nuestra celebración dominical dejábamos resonar ese ”asombro” del que nos hablaba el Evangelio. Algo muy parecido a la “admiración” de la que nos hablaba -también esta mañana- la columna del amigo Luis García Montero.

Asombrarnos para dejarnos desbaratar en la acogida. Asombrarnos de la capacidad de las personas -cuyas vidas están traspasadas por el dolor- en rehacerse y seguir disfrutando y contagiarnos de la pasión por vivir. Asombrarnos de las innumerables veces que tenemos que parar, volver a los orígenes y dejarnos abrazar por esas maravillosas personas en medio de las que vivimos que nos construyen, alientan y esperanzan… Vamos, toda una fortuna con que nos llena la Vida.
Cómo será esta que en ocasiones el asombro nos pilla desprovistos de casi todo. Una persona, migrante, que llegó desfondada a la parroquia porque llevaba varios días durmiendo en la calle, después de poner su vida patas arriba en el camino migratorio. Esa misma noche nos anuncia que está embarazada y, sin darnos tiempo a encajar la alegría por la noticia, en medio del susto y descoloque, en el mismo templo donde había ocurrido todo lo anterior, se pone malísima y pierde la criatura…
El tiempo pasa, la vida se re-coloca y hoy vino a visitarnos. La distancia física no puede con el cariño y la estima, aunque duelan los recuerdos.
Ahora, al preguntarla si había llegado a su casa, me contesta: “Muchas gracias por ese recibimiento tú sabes que más que una parroquia es un hogar y para mí es mucho más significativo  por mi hjita,  ya que no tengo un panteón donde visitarla pero si un hogar en donde sentirla”. Y entonces se me viene toda la vida que vivimos, que nos acompaña, pasos delante pasos atrás achuchando…y es cuando, ante el sentimiento de esta mujer que no pudo llegar a abrazar a su bebita, sólo puedo dar gracias por todo lo que vivimos, queremos y sentimos.

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