En fin que con esa preciosa y oportuna excusa voy a conocer ese pequeño país. Y, sobre todo, a dejarme empapar de todo aquel raudal de lucha, martirio y fiesta que vivió, y vive, el pueblo salvadoreño. Los espacios, junto al encuentro con las personas, nos vinculan con la historia. En este caso, para mí, de vida, lucha y liberación.
Y en los preparativo conocí a la "niña Juanita". Mujer salvadoreñoa, enjuta de más de ochenta años que acompañó -los pocos años que le permitieron vivir como arzobispo de San Salvador- a Romero siendo este arzobispo. Ella, como tantas otras testigos de la vida de Romero y de las atroces muertes cometidas por el gobierno de aquellos días, tuvo que exiliarse -en este caso a España- con su familia para evitar lo que seguro habría sido, como la de su hijo, una muerte anunciada y seguida a tantas cuantas hubo tras el asesinato de Romero de América.Esas manos que sostuvieron tanta vida y tanta lucha, hoy arrugadas y atadas al bastón, siguen irradiando ilusión por la vida, denunciando esos escuadrones de muerte que desolan pueblos y esos encuentros empeñados en anunciar lo Bueno y Nuevo a quienes sólo reciben desprecio y ninguneo por los poderes establecidos.
En marcha, dejándome empapar....
Buen viaje, compañero, y sigue contándonos desde allá. Esperamos tus noticias.
ResponderEliminar