El pasado sábado tuve una
experiencia muy particular.
Teníamos prevista
la celebración de los derechos de los niños y niñas del poblado Rom del
Gallinero. Las inclemencias meteorológicas hizo que se suspendiese la fiesta,
retrasando su celebración. Una de las personas que había anunciado su
participación fue D. Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid. Tenía interés en
conocer el poblado, a los vecinos, los pequeños y sus familias. Dicho interés
se confirma con la llamada anoche, a través de un amigo común, insistiendo en
la posibilidad de mantener la visita, aunque la fiesta estuviera temporalmente
suspendida. Efectivamente quedamos, el sábado por la mañana y bajo un
espectacular manto de agua nos dirigimos al poblado.
La visita apunta,
cuanto menos, curiosa. Desde el primer saludo se impuso la confianza,
tuteándonos mutuamente. En mi furgoneta viajan dos adolescentes rumanos que
llevan la música rap a muy alto volumen. D. Carlos sube, junto al amigo común,
su chofer y el cura Pepe en lo asientos traseros dejando que los adolescentes
vayan delante de la furgoneta. La camaradería comienza a sentirse.
Llegamos al
poblado. Jorge y Marta, dos almas fundamentales en la presencia y la vida de
los ROM en el Gallinero, nos están esperando para acompañar la visita.
Tras explicarle el
número de familias y pequeños que habitan el poblado, comenzamos, amparados
bajo los paraguas, la visita a las familias. Entramos en alguna casa. Saluda,
acaricia y pregunta a los más pequeños que vamos encontrando en el paseo.
Conocer la realidad en la que viven estas familias, el desprecio con que se les
trata desde la Administración, los intereses con que se acercan oeneges,
activistas y otros colectivos donde priman los programas y modos preconcebidos
a los modos y maneras de los habitantes... hace que D. Carlos se lleve un
chorreo de información y denuncia que la lluvia que cae no despeja
la perplejidad y dolor que refleja su rostro.
La dignidad que
refleja el interior de las viviendas donde moran las familias rumanas contrasta
con el exterior callejero donde los charcos hacen de hall de las viviendas y la
ropa tendida empapada colorea la gris mañana. D. Carlos muestra estremecimiento
y desconcierto por la realidad que la pobreza le presenta ante sus ojos. Sin
embargo el respeto con que se refiere a las familias, la ausencia de juicio
sobre sus vidas y la escucha atenta a lo que le vamos contando hace que D.
Carlos se convierta no en un invitado de piedra, cuanto en alguien que en medio
de este espacio de exclusión y dificultad, anima, fortalece y nos hace sentir
más vivo el privilegio de compartir la vida con estas familias gitano rumanas.
La realidad, señala
D. Carlos, hace que las valoraciones morales o los juicios sobre la vida de los
otros haya de ser considerada, precisamente, desde lo que se vive no desde lo
que definen doctrinas, tradiciones o ideologías del tipo que sea.
El paseo sigue por
el poblado. El barro va cubriendo no sólo los zapatos de quienes andamos los
caminos de tierra, sino que empapa todas aquellas seguridades que nuestra
cómoda vida nos va brindando.
Las familias
preguntan quién es este señor que nos acompaña. El intento explicativo no
resulta fácil. Otros jóvenes, cuyas ropas empapadas les cubre la cabeza, dicen
conocerle. “Es el papa”, se chilla
uno a otro. Más allá del parecido físico –que efectivamente los muchachos han
acertado- esperamos que los mensajes que está lanzando el papa Francisco al
mundo, sean tan acertados y evangélicos como los que esperamos de D. Carlos en
esta nueva andadura por Madrid.
El abrazo de
despedida, ya en la ciudad urbanizada y cosmopolita, hacen superar los malos
tratos sentidos en otras épocas y acrecienta que este tiempo de espera que alumbramos sea signo de una
Iglesia no al servicio de… cuanto en medio de la vida de los más
desfavorecidos, viviendo con ellos y desde ellos.
Bravo.No digo nada más para no estropearlo. Bravo, bravo, bravo.
ResponderEliminarÉsta sí es la postura que queremos en la Iglesia, la que toma partido hasta mancharse (embarrarse) con los más desfavorecidos de nuestros lugares, la que se acerca para estar, no para dogmatizar o mirar por encima del hombro...
ResponderEliminarMuy bien por Javier y por D.Carlos...El Padre que ve en lo escondido, os recompensará...
ResponderEliminarSerá verdad que el Adviento es verdad ? Ven Señor Jesús !!!. Qué cambio. Sigamos caminando a la luz del Señor, pero ahora acompañados. ¡¡¡¡ Gracias Javi !!!!
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