Más allá de las fechas -marcan tanto y dicen tan poco a veces...- parece que ya comenzamos a disfrutar de la primavera. en todo su esplendor.
Para poder disfrutar de la luz (de lo bueno), hemos de ser conscientes también de la oscuridad (las dificultades).
Aquí apunto tres aspectos que quiero contemplar para disfrutar de la primavera/resurrección:
El otro día, en el Gallinero, acompañando a unos periodistas, uno de ellos hablaba de la miseria del lugar. una pequeña, no más de 9 años se molestó e increpó diciendo: "somos pobres, no miserables". La miseria tiene un una acepción claramente rechazable: mezquindad. El pobre, empobrecido, no es mezquino; es noble, arrojado, valiente...
Otra mirada, esta mañana, ha sido el patio de mi casa. Que no es -afortunadamente- particular. Los niños han corrido, gritado, han cantado, jugueteado. Como en muchas imágenes que tenemos de la empobrecida África los pequeños aparecen sonriendo, están alegres. Una cosa es ser pobres y otra muy distinta es estar triste. No son situaciones antagónicas. Se es pobre pero no se tiene por qué estar triste.
Y me acuerdo de esos responsables (¿o mejor irresponsables?) políticos que andan continuamente advirtiendo sobre los peligros del otro. De la disidencia. Tienen miedo, por eso son estériles. Andan continuamente preocupados por la seguridad, criminalizando la disidencia y adorando al dios mamón. No pueden hacer cosa distinta, su vida parece un yermo.
14 kilómetros marcan la distancia entre la exclusión y la inclusión. Esa distancia separa la Puerta del Sol, punto neurálgico de Madrid, de la Cañada Real Galiana. 14 kilómetros separan la costa europea de un continente empobrecido. Catorce kilómetros: una distancia muy larga para quienes se ven obligados a recorrerla cada día. Con este blog pretendo visibilizar y rendir homenaje a todas esas personas que peregrinan cada día por los márgenes de la exclusión.
Criminalizar al pobre no es más que lo que tú dices, miedo a perder sus privilegios, a perder el control de la persona, a crear "enemigos" inexistentes para convertirnos en masa de pensamiento único.
ResponderEliminarCriminalizan la solidaridad para que no se extiendan redes que nos unan y a los movimientos sociales para que ni siquiera protestemos.
Pero la vida surge y resucita... aunque el invierno haya sido muy duro.
Igual que esos niños de tu entorno, a quienes no les roban la sonrisa aunque lo intenten.
Un abrazo lleno de primavera.