domingo, 13 de enero de 2013

convocatorias

Llevamos unos meses, por no decir más de un año, que las convocatorias a  manifestaciones, concentraciones y rebeldías de todo tipo saturan nuestra agenda. El problema no es la cantidad de llamadas, sino el atentado continuo y cínico al que los gobernantes están sometiendo a la mayoría de la población. Los índices de pobreza y exclusión se han disparado. Ha sido para la mayoría, si bien es verdad que queda una clase social que sigue pertrechada en la opulencia y la ceguera que provoca el poder económico, mediático y de influencia.
pared en Vicálvaro
Frente al desgarro callejero contra los recortes y las privatizaciones, esta clase social está obstinada en mantener el estatus que les garantiza la buena vida. Son, en muchas de sus acciones, insaciables cuando de acaparar y medrar se trata.
Intentando casar, sin demasiada violencia, la atención a lo local y cercano con la lucha por lo global y comunitario, estamos en tiempos de exigencia pública. Hacernos presente en la calle, junto a ciudadanos de tantos sectores machacados, esquilmados y perseguidos es un requerimiento ético de buena ciudadanía.
La sanidad, la educación, la justicia, los medios de comunicación, las hipotecas, los centros de ayuda a la desintoxicación, los cierres patronales... realidades que nos llaman y convocan con el fin de intentar unirnos frente a este latrocinio que el mercado, a través de la clase política y gubernamental, está acometiendo contra la ciudadanía  Todas estas situaciones sociales, en estos momentos, nos convocan a su apoyo y solidaridad. Nos estamos jugando mucho. No sólo el futuro inmediato, sino un presente que posibilitará -o no- edificar un futuro vivible.
Como cantaba Celaya: "¡A la calle!, que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo"

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