domingo, 26 de febrero de 2012

en cuaresma

Sol 21-2-2012
La vida pasa tan a prisa que, en ocasiones, no resulta fácil pararse y contemplar y contemplarse. Esta mañana, en nuestra celebración dominical en San Carlos Borromeo, era esta una de las cuestiones que revoloteaban el comentario y reflexión común.
Ayer tarde, en la concentración contra las cárceles de extranjeros -los CIE que llaman- en lavapiés, charlábamos con unos amigos movilizados también por el cierre de los pisos de rehabilitación para drogodependientes en la Comunidad de Madrid, sobre este agotamiento social que se esta produciendo con las diversas y reiteradas llamadas a la manifestación y concentración en la calle.
Es claro que hay razones más que suficientes para salir a la calle. No se nos debe poder acusar nunca de aquel lamento post-nacismo "¿por qué no gritamos?". Esta pregunta emerge en muchas ocasiones antes las realidades que vivimos.
La situación vital de tantas personas a nuestro alrededor es tan desoladora que los miedos ante el futuro nos acechan. Hay tanta gente empobrecida que la indignación se queda insuficiente ante su dolor. ¿Qué hacer, nos preguntamos muy a menudo? Poder tenemos poco. Ser no somos demasiados. Animo no nos falta. Vínculos tampoco. Pero el drama es tan grande. La escasez es tan grotesca, que lo mucho nunca es suficiente. Siempre hay un vericueto por donde parece escaparse lo mejor de cada uno, aquello que podemos poner al servicio del otro, ofrecer sin nada a cambio.
Pero sigue revoloteándome, como ese mosquito puñetero en plena canícula veraniega, las dudas acerca de si, con estas herramientas, tendremos suficiente estructura para acoger, paliar y curar tantas heridas producidas por la miseria y la violencia.
Grafiti en San Carlos Borromeo
Cantábamos esta mañana de domingo la canción de Nacha "Yo te nombro libertad": "escribo tu nombre en las paredes de mi ciudad". Escribir la historia de quienes sufren, de quienes son pisoteados y olvidados es una de nuestras luchas perennes que no debemos dejar sucumbir. La memoria de cuantos caen atropellos por la falta de justicia, de esperanza de solidaridad...
Dejar de sentirnos sometidos, extirpar tanto miedo de nuestra vida es una nueva forma de estar, de mostrarnos ante los demás, de luchar por subvertir esta sociedad esquizofrenica que nos está tocando vivir.
Lavapies 25-2-2012
Nos hablaba el evangelio de Jesús,esta mañana, acerca de los tránsitos que realizamos por los desiertos de la vida. Sin quedarnos en ellos, dejarnos sorprender por los ruidos que ahí se pueden escuchar, la vida que brota... Estamos atravesando desiertos que nos pueden hacer estériles. Sin embargo también, unidos en común, podemos atravesarlos creando esperanza, alojando historias junto a las nuestras que nos hablan de ilusiones, luchas y empeños que nos alumbran caminos nuevos a recorrer.

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