domingo, 22 de enero de 2012

¡competencias...!

Ayer tarde, sábado para más señas, cuando el sol había caído y el frío comenzaba a enfriar la incipiente noche, tras un día de viaje de vuelta para mí y una mañanita en los juzgados acompañando a un señor dedicada por Patuca, la letrada, enterados que hay un niño de cuatro años - sí, sí de cuatro años- retenido desde el jueves anterior en la sala de in-admitidos de la T4 del aeropuerto de barajas, nos dirigimos a la fiscalía de Menores. Dicho menor estaba acompañado de su tía, que tiene la custodia, pero debía haber algún problema burocrático minúsculo para dejarle entrar en territorio nacional.

Ella por su abundante saber y yo por mi ingenua creencia de que el fiscal de menores debe velar por el bienestar de los niños en territorio español, nos dirigimos con esa intención a poner en conocimiento de la fiscalía dicha situación.
El recibimiento por parte de su señoría no pudo ser más terrorífico: "no es mi competencia" nos respondió cuando fue capaz de escucharnos. Intentamos explicarla las condiciones en que había venido de Bolivia: hijo de madre soltera, que hacía meses había fallecido, con otros dos hermanos en Irlanda con otros familiares, que la tía, residente legal en España, había acudido a recogerle cuando la informan que lleva unas semanas deambulando por la calle, que tiene cuatro días en una habitación sin luz natural y que, entendemos, no es lugar para que un niño esté. Que las fuerzas de seguridad española pretenden repatriarlo pero la tía, que pudiera entrar en territorio español al tener papeles, lógicamente, no puede dejar a la criatura ahí solo.
Respuesta de la fiscal de guardia del juzgado de menores de Madrid: "eso es un problema administrativo, de la policía, yo no tengo competencia".
Imaginareis que uno tuvo que tragar culebras. La violencia que ella, servidora publica, utilizó con unos pequeños ciudadanos que pretendía poner en su conocimiento una situación que nos parece intolerable, se torno violencia física -que no ejecutamos- mostrándose únicamente en nuestra perplejidad y asombro ante semejante insensibilidad.
Era reticente, incluso, a tomarnos una comparecencia donde dejásemos testimonio de nuestra preocupación respecto a este niño de 4 añitos, - sí, sí de cuatro años-.
Nuestras miradas se cruzaban, el sistema de terror instalado en esta vieja -y otrora emigrante- Europa funcionaba a la perfección. Sin papeles suficientes la policía no deja entrar a un niño de cuatro años, la fiscal de menores se muestra inhumana y toda la cohorte funcionarial al servicio del sistema, entran en comunión con semejante latrocinio.
Viendo la falta de sensibilidad ante lo humano, decidimos salir de semejante lugar -fiscalía de menores de Madrid- y comenzar a mover contactos con el fin de conseguir que semejante saqueo de lo humano, cometido contra un niño de cuatro años, cesase de manera inmediata.
Se consiguió. Si la tarde-noche comenzaba por una fiscal de menores que nos regañaba al haber ido ese día a esas horas, otras personas del derecho se mostraron humanas haciendo lo imposible para romper esta rueda de inhumanidad y despropósitos.
                                                                                      
En la celebración de esta mañana comentábamos el asunto. Curiosamente, en la fiesta de la Infancia misionera hablábamos, al exponer lo ocurrido, cómo los niños no cuentan en nuestro sistema. Cómo todo está diseñado para que los más vulnerables sigan sufriendo y muriendo por la sinrazón de quienes tenemos bocado que llevarnos diariamente a la barriga.
La cuestión, más allá de lo que comenzó fatal y acabó bien, es qué podemos hacer. Cómo llevar estas situaciones -nada anecdóticas- a la ciudadanía. No vale con tranquilizarnos pensado que ya hemos solucionado un problema que nos afectaba. Cuántas situaciones se producen y no nos enteramos...
Una estudiante, venida de México hace tres meses, nos contaba en la mesa, tras la misa, la persecución que sufre mucha gente "de iglesia" en su país que quiere responder a las necesidades de hermanos pobres.
Religiosas expulsadas de su congregación por comenzar a recoger niños abandonados en los basureros de DF a estar tullidos o presentar alguna deficiencia. U otra expulsada al comenzar a trabajar en la cárcel y evitar que la mafia carcelaria venda el agua potable a los propios presos. Cómo será el caso de ésta última, que siendo expulsada de la congregación, la propia cárcel, ante el trabajo heroico que realiza, la ha acondicionado un espacio donde poder vivir. Esta sí que tiene una celda por habitación.
Es claro que tenemos que movernos. Como dice el evangelio de hoy no podemos quedarnos quietos ante una realidad, cercana y lejana, que reclama buenas noticias para aquellos que habitualmente reciben malas de los hombres y mujeres inhumanizados que nos rodean.
Qué se os ocurre que, juntos, podamos emprender...?

1 comentario:

  1. Hola Javi. Como siempre, es interesante lo que cuentas. También doloroso, duele ver cómo permanecemos impasibles ante el sufrimiento de los demás, ante situaciones inaceptables.
    Un abrazo y gracias por seguir luchando por causas necesarias

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