jueves, 16 de junio de 2011

plazas ¿militares?

Estuve ayer por la mañana junto a un joven de casa en Avila con motivo de un juicio de menores al que le acompañé. Después, cuando éste terminó, no pude resistirme a dar un paseo por esta ciudad tan coqueta y encantadora. Paseada con unas ricas yemas de la santa hacen el camino aún más agradable.
Cual no sería nuestra sorpresa, al cruzar la plaza porticada del ayuntamiento -creo que se la llama del mercado chico-, que nos encontramos a unos militares, al menos eso indica su atuendo, dando paseos con papeles entre manos, contando pasos sobre el suelo y paseando de una esquina a otra. Parecía que median.
Inmediatamente pensé que lo vivido en Sol -y afortunadamente en tantas otras plazas- pudo ser un sueño. Que realmente las plazas del pueblo, ahí donde nos encontramos y relacionamos, seguían tomadas por quienes durante tanto tiempo (quizás la forma verbal pasiva sea un error) fueron su dueños y casi únicos paseantes. El ejército, como expresión dura de la violencia del estado, al menos esta mañana en la plaza de Avila estaba tomando medidas.
Esas medidas no sé a qué correspondían ni cuál era el propósito. Sin embargo me recordó la cantidad de estupideces estrafalarias que estamos escuchando de algunos de los representantes políticos de diversos partidos una vez se levantó el campamento de Sol: la insigne aguirre (me da pena usar su nombre, tan bonito, para referirme a ella...) advirtiéndonos del totalitarismo que esconde el 15M. El señor Mas, presidente catalán, amenazando de "haber cruzado la línea". El Ministro Jauregui intentando sumar cuántos apoyos tienen los unos para pisotear, por ese mismo apoyo, a los otros. Y Cayo errando al presentarse a una concentración del 15M como representante de un partido.
Que no, que no se han enterado, rezaba una pancarta el otro día en Sol. Deben pensar que la calle es suya, que la representación les da derecho a la unilateralidad, y que ellos "escogidos" están ungidos por una especie de infalibilidad que ya la querrían (aunque algunos la añoran) muchos delos actuales obispos.
Menos mal que el aire fresco que se colaba por los arcos de la preciosa plaza abulense, me hizo inmediatamente despertar y seguir creyendo que esas medidas militares nunca podrán imponerse por fuertes y masificadas que sean a la voluntad de un pueblo consciente y despierto. Entonces seguí con mi paseo y mis yemas de ávila.

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