Por fin esta mañana en el vuelo de Iberia que despegó a las 12'15h desde Barajas, custodiado por dos agentes de Interpol, fue trasladado Borislav a la prisión de Bulgaria, de donde es natural.
Este hecho, más allá de la distancia del lugar donde se encuentra la prisión, no tendría más relevancia si no fuera por el delito que le ha llevado a prisión. Copio de la sentencia dictada por el tribunal Búlgaro que, a su vez, copia el auto de ingreso en prisión dictado por la audiencia nacional hasta la posible expulsión, y que señala el delito que cometió este joven hace ya tres años: "El 27.04.2007 en el territorio de Blagoerdag zona residencial de Elenovo bloque 45 portal A, sin el permiso correspondiente, almacenó sustancias de alto riesgo, consistente en 7 bolsitas de heroína con un peso total de 0.365 gramos de heroína por valor de 32.85 levas". El cambio en Euros serían 16.88 euros.
Pues semejante delito se salda con "18 meses de prisión severa". Si, si, no han leído mal. Es evidente que la justicia no sólo es ciega sino que además es inhumana. No sólo por quienes la aplican, sino por quienes la dictan y la amparan. Todas las gestiones han sido poco fructíferas. Y eso que nos conformamos con poco: al menos que le dejen cumplir en nuestro país. Los magistrados de la audiencia nacional, que reconocen que la pena impuesta es una aberración, no pueden hacer nada. Se autodenominan simples mediadores entre lo dictado por el tribunal búlgaro y el penado. La embajada, en palabras de la cónsul en Madrid, reconoce una aberración dicha pena y a cumplir en Bulgaria. Los responsables de prisiones en España entienden que es una aberración pero la enfermedad de Boris: "insuficiencia venosa profunda" no es suficiente para que, por razones humanitarias, se opongan al traslado...
Como se verá todo una canto a la impotencia.
Sin embargo, entre lágrimas, cuando el pasado miércoles fuimos a despedirnos de él a la cárcel de Soto, nos confirmó su empeño en aprovechar todo el esfuerzo que lleva haciendo desde los 12 añitos cuando comenzó a consumir heroína, por dejar de hacerlo.
Hemos aprendido, como siempre, en la fuerza que existe en la debilidad. El pasado lunes, en un gesto profundamente dadivoso y sin ninguna preparación, en la Embajada búlgara estaban molestos por la cantidad de faxes que llevaban recibiendo durante toda la mañana en apoyo a este joven. Incluso desde dentro del propio sistema inhumano en que vivimos, la europa del capital cada vez más fascistada, surgen personas increíbles que son capaces de poner su empeño personal y su lugar profesional para que este atropello no se consumará.
Pero no. La rueda del sistema avanza y parece difícil poder pararla. La solidaridad entre sus víctimas se impone como un reto ético indelegable. No podemos seguir construyendo un sistema social que esté por encima de las personas.
A Boris, esta mañana, custodiado por dos maderos de la interpol, lo han expulsado a Bulgaria. Tenemos que hacer lo imposible para que aquellos que erraron por la impotencia, no sigan pagando los errores de los prepotentes. De lo contrario aquellas vestimentas medievales con las que combatían en la guerras tendremos que volver a recuperarlas para ponernos al abrigo de estos vientos iracundos cargados de injusticia y falta de humanidad.
14 kilómetros marcan la distancia entre la exclusión y la inclusión. Esa distancia separa la Puerta del Sol, punto neurálgico de Madrid, de la Cañada Real Galiana. 14 kilómetros separan la costa europea de un continente empobrecido. Catorce kilómetros: una distancia muy larga para quienes se ven obligados a recorrerla cada día. Con este blog pretendo visibilizar y rendir homenaje a todas esas personas que peregrinan cada día por los márgenes de la exclusión.
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