Llevamos toda una semana escuchando noticias al detalle del partido de esta noche. Siendo aficionadillo al fútbol -a verlo que no a practicarlo- no puedo menos que alarmarme y enfadarme ante lo que supone semejante espectáculo. Con la de espectáculos que vivimos y parecen no entusiasmar a muchas buenas gentes.
Me encuentro esta mañana con noticias terribles y no tienen la cobertura que este espectáculo futbolístico. Me alarma la fotografía del entierro del afrikáner donde sus condiscípulos le despiden haciendo el terrible gesto nazi al paso del cadaver. La presión de Europa a España porque no expulsa suficiente personas sin documentación... Montones de circunstancias que me hacen pensar si es posible sobrevivir con dignidad en este mundo loco o tenemos que intentar bajarnos de él.
Es cierto también, como dice un buen amigo de izquierdas socio del club blanco, que la revolución se podría comenzar por otro lugar: socialización de viviendas vacías, ordenación de las SICAV, control del gasto público, prisiones de niños, maltrato policial...
Siendo cierto todo lo anterior, pienso que hay una "razón ética" de la que no nos podemos sustraer ni siquiera en el entretenimiento futbolístico.
En medio de tanto dislate, marcho a Granada a encontrarme con la buena gente de Pro Derechos Humanos.
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