domingo, 14 de junio de 2009

Cuerpo de Cristo


Hay que ver la cantidad de "significantes" que este título tiene. Además, este año, en Madrid ha sido fiesta con lo cual seguramente haya que añadir un significante más que nos recuerda el pasado: este Jueves, de esos tres que brillaban más que el sol, en la capital ha sido un de ellos.
Si embargo, este domingo, en todos los lugares donde se recuerde la Mesa de Jesús, volveremos a escuchar el texto evangélico de la última cena. Circulan por las redes comentarios espléndidos y sabios a quienes poco puedo añadir: Masiá, Picaza, Pagola, Fray Marcos...
Pero no puedo pasar por alto algunas consideraciones que me sugieren muchas cosas.
Lo primero es el descubrimiento que hemos vivido acerca de lo ritual. Somos capaces de desprendernos de esas marcas y gestos que poco o nada hoy nos dicen. Poner sobre nuestra mesa, domingo a domingo, el pan y el vino, no puede ser un accidente de la semana. Ha de ser la continuidad de lo que vivimos. Si decimos compartir el pan y el vino, pero no compartimos nuestra vida, en vano empeñamos la celebración. EL relato es claro: no señalando la materia, nos invoca lo fundamental: la vida. Compartir la mesa ha de ser la expresión inequívoca de pretender compartir la vida. Traer, partir y repartir es hoy la trinidad más necesaria en estos tiempos de crisis y soledades.
Lo segundo que me evoca es el lugar. Efectivamente el relato evangélico nos ofrece una consideración sobre dónde celebrar. El lugar es el cotidiano de su existencia. La habitación de la celebración no puede ser otra que nuestra habitación habitual: la calle. El lugar del creyente no tiene muros, ni ventanas.... el lugar primordial es ahí donde se da el encuentro entre las personas. Si Jesús huye del templo por su prostitución, nosotros tenemos que procurar la calle como lugar del Reino. Y ahí compartir, y hacer memoria, y disfrutar, y llorar, y luchar....
Lo tercero es que el gesto de Jesús lo podemos seguir "vivificando" cada vez que unimos nuestras vidas y empeños para que este mundo sea un lugar más habitable. Si el pasado fin de semana los jóvenes nos invitaban a celebrar la fe, en la plaza de las cortes de Madrid se partió, compartió y repartió el pan elaborado por las manos rumanas del gallinero. Esas manos que reflejaban la capacidad de lucha de unas madres por la dignidad. Como las nuestras preparándonos, bajo un sol abrasador, esos bocatas que comunitariamente degustamos. Esta semana, sin embargo, vivificamos ese empeño en nuestro intento de acercamiento al CIE de Aluche fuertemente impedido por las fuerzas del orden. Los familiares, novias, amigos y personas solidarias con esos "guantánamos" a la europea que hemos creado y consentimos, han de ser, irremediablemente, lugar de celebración de la vida que no conoce fronteras, ni legalidades ni conculcación de derechos.
Valgan estas notas -si valen para algo- para festejar el Corpus Cristi. Fiesta de tanta raigambre en nuestra cultura.

2 comentarios:

  1. Cuando comulgué por primera vez, a los siete años, creia que la pequeña oblea que me daban se convertía realmente, por no se que extraordinario prodigio, en el cuerpo y la sangre de Jesús. Tuve la suerte, ya con catorce, quince años, de que,cuando en el colegio nos hablaban del dia del Corpus y nos explicaban el "milagro de la transustantación"
    lo hacian desde otra perspectiva diferente y real, no mágica.Comulgar era compartir y vivir amando. Nos daba clases de religion Martín Valmaseda, y él nos enfrentaba a nuestras propias reflexiones.... Marchó a Guatemala, a esas tierras donde cada dia nos llegan noticias dolorosas de tremendas injusticias, como nos llegan ahora de Perú, y escribió un cuentecillo que recomiendo leer si no lo conoceis: "EL PAN PARTIDO." Este relato luego se convirtio en el libro: "Y lo llamaron Misa. De la cena clandestina a la retransmisión televisiva."
    El "pan partido" se encuentra en la red,es facíl encontarlo, y nos habla de lo que Javier nos indica, de la necesidad de compartir la vida....
    De una manera romántica, Aute expresa como convertirnos en comun-unión en alguna de sus canciones, y aunque lo haga refiriéndose a la pareja, si tenemos en cuenta que en muchas ocasiones la pareja "somos mucho mas que dos", es aplicable a nuestra reflexión: "El verbo se hizo carne tuya y carne mia y conjugó entre nosotros."

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  2. Me hace tanto bien leerte, gracias.

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