Está en casa, de permiso penitenciario, un señor de la cárcel de Navalcarnero, en Madrid. Conocida hace ya muchos años como "navalcatraz".
Me cuenta el último hallazgo educativo de los responsables -en este caso de "la" pues es directora- penitenciarios de dicha prisión.
Dicen, la directora y sus asesores psicopedagógicos, que en el comedor no pueden sentarse los ciudadanos presos del modo que quieran. De tal manera que, una vez puestos en fila para entrar a desayunar, comer o cenar, es el funcionario de turno quien les ordena dónde se tiene que sentar cada uno. La razón que dan es que de esta manera se evitan conflictos en el comedor.
Resulta que las personas presas, entre ellas nuestro amigo de permiso, llevan años y años sentándose donde quieren y con quien les apetece comer o cenar y eso es conflictivo.
Lógicamente el conflicto que ha provocado la dirección de la cárcel con semejante estupidez, se ha resuelto cómo sólo saben hacer las instituciones totales y poderosas como es la prisión. A los ciudadanos que hicieron un plante ante semejante patochada, les han abierto expediente disciplinario por "llamada al motín" y están siendo trasladados a diferentes presidios de la geografía española.
Y nadie, de tanto sesudo capaz de imponer dichas directrices a personas adultas, se ha parado a pensar que bastante falta de intimidad supone tener que compartir, como en los hospitales de la red pública, el catre y el baño, para que además un momento de relax, disfrute y encuentro -como con quién comparto la mesa- tenga que venir impuesto discrecionalmente por el funcionario de turno.
Si en vez de tantos programas y módulos de respeto, se usase el sentido común...
14 kilómetros marcan la distancia entre la exclusión y la inclusión. Esa distancia separa la Puerta del Sol, punto neurálgico de Madrid, de la Cañada Real Galiana. 14 kilómetros separan la costa europea de un continente empobrecido. Catorce kilómetros: una distancia muy larga para quienes se ven obligados a recorrerla cada día. Con este blog pretendo visibilizar y rendir homenaje a todas esas personas que peregrinan cada día por los márgenes de la exclusión.
Ya nos lo cuentan Josito, Rios y otros autores en el libro: "Las cárceles de la democracia",con un amplio estudio de lo que significa este lugar. Y es que la cárcel no es solamente el "edificio destinado a la custodia y reclusión de los presos", como consta en su definición, sino un lugar donde un grupo de individuos totalmente deshumanizados, aunque sean psicopedagogos, juristas, criminologos, medicos,funcionarios de carrera, etc...(porque aquí el título no exime sino que agrava los hechos), tratan de que los que ya cumplen una condena como es la privación de libertad impuesta por los jueces, sean castigados cada dia con nuevas condenas y castigos, impuestos por todo aquel que se siente con poder para dar mas giros de tuerca al sufrimiento humano. Hay que haberse deshumanizado antes para tomar decisiones como esta que nos comentas, y querer solucionar cualquier conflicto a través de la tortura. No exagero porque parece algo sin mayor trascendencia, pero a mi me parece torturador que los pocos hilos de conexion que se pueden tener dentro de las prisiones con otra persona en tu misma situación, el poco tiempo que tienes para comentar y hablar con algun amigo o conocido mientras tratas de olvidar el sabor del delicado plato que te sirven para deleite de paladares exquisitos, se prohiban y te conduzcan a la soledad emocional mas absoluta. Nos decian los expertos que la comida es un elemento importante en la educación: que influye el ambiente generado en el momento de comer; que el placer que produce la alimentación debe oponerse a situaciones tensas, y que la comida debe ser un momento integrador tanto en la familia como en los grupos. No se si la directora sabe estas cosas o es que quizas quiere que todos se integren y se conozcan poco a poco, que amplien su red social; o si la reinserción a la que debe "aspirar" le importa un pito, o si, aún sabiéndolas, se recrea en esas actitudes que aun pueden rebajar más la autoestima del interno, hacerle sentir más solo, más sometido, menos persona..... y que asi se parezca más ella.
ResponderEliminar¿No se supone que el fin de las penas judiciales es la reeducación y la reinserción social? ¿Y aislando a la gente (porque obligar a sentarse a una persona, porque son personas, no se nos olvide, donde el funcionario de prisiones mande es una forma de hacerlo) creen que van a conseguir estos objetivos, o por el contrario provocaran una reducción de la interacción social que provocará que sea más difícil la integración cuando vuelvan rehabilitados, según sus criterios, a la sociedad?
ResponderEliminar¿No se supone que el fin de las penas judiciales es la reeducación y la reinserción social? ¿Y aislando a la gente (porque obligar a sentarse a una persona, porque son personas, no se nos olvide, donde el funcionario de prisiones mande es una forma de hacerlo) creen que van a conseguir estos objetivos, o por el contrario provocaran una reducción de la interacción social que provocará que sea más difícil la integración cuando vuelvan rehabilitados, según sus criterios, a la sociedad?
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