viernes, 27 de marzo de 2009

Esa gente noble que anda por ahí...

Acabo de terminar de leer un libro que me ha tenido cautivo estos días. Se trata de “Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados” de José Antonio Labordeta. En él el autor, cantautor de vocación y beduino unos años en el congreso, muestra entresijos de lo que fue, y quizás siga siendo, la vida del lugar donde se organiza mucho de lo que afecta a lo cotidiano de la ciudadanía. Ciertamente me ha reconciliado en algo con los que se autodenominan ¿“los representantes”? del pueblo. Es evidente que desde todos los lugares se puede tener una actitud de colaboración o entorpecimiento en la búsqueda del bien común. Interesante ciertamente el libro.

Y esta posibilidad de preocuparse por los otros, donde estemos, me recuerda el encuentro tenido ayer en la mañana con un grupo de estudiantes –eran todo muchachas jóvenes- del modulo superior de “integración social” en un instituto de Logroño. Nos llamó Luis el profesor, también presente. Hombre inquieto y preocupado por no impartir sólo teoría, cuanto por acercar a ésta y sus alumnas a experiencias vivas. En dicha tertulia aparecía continuamente la preocupación de estas futuras profesionales de lo social acerca de la coincidencia entre lo estudiado y la realidad. Formulaban alguna pregunta sobre el “perfil” de las personas que atendemos y con quienes trabajamos. A quienes ahí estábamos nos resulta siempre difícil responder a la típica pregunta ¿y a qué os dedicáis? No por abundancia de tiempos muertos u ociosos.

Cuando se invierte mucha energía, principalmente, a vivir con los desheredados, la dedicación de la vida se transforma en un “estilo de vida” (como lúcidamente apuntaron las madres). Dedicar tu existencia a hacer posible que otros tengan vida, en abundancia y con dignidad, desborda todo planteamiento teórico sobre los “perfiles”, “expedientes” e “intervenciones”. Creo –bueno más bien espero- que esto fuésemos capaces de transmitírselo con claridad a estas jóvenes estudiantes.

Desde cualquier lugar cabe la solidaridad con los últimos. Otra cosa son las consecuencias de esto. El conocimiento de la realidad nos ha llevado a implicar nuestra vida y, por tanto, a complicarla. Y a pesar de lo duro de algunos momentos, hay que ver la felicidad y el sentido que nos proporciona dicha complicación.

Y también me viene esta mañana al pensamiento Vicente Ferrer. Anciano de una larga existencia complicada en dar vida a los más pobres de la gran India. Su vida, trabajo y testimonio es un acicate serio y esperanzador en este mundo frío y deshumanizado en ocasiones.

Y este otro amigo etíope de adopción. Angel Olaran, que sigue por esas tierras de sequía inundando de esperanza a sus habitantes y mojando con su afecto y ternura a los más pequeños de Wukro (http://www.angelolaran.com/)

Y en estas andamos al comienzo de la primavera. Esperando encontrar a esa gente noble con quienes nos hemos citado en la puerta del congreso para presentar un escrito a su presidente reclamando que se nos “permita ser hospitalarios”, porque “Está en juego la dignidad de quienes decimos vivir en un Estado de Derecho”.

Quería también aprovechar para comentar una cosilla. Al ser este un blogg personal, no voy a publicar comentarios que llegan donde se falta al respeto y se hacen juicios de tono racista.

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