Acaban de presentar, los buenos amigos y amigas de Derechos Humanos de Andalucía, el informe-dossier sobre la inmigración que viene por el sur del estado. Estudio que nos invita a mirar la realidad más allá de ciertos acontecimientos pequeños. Podéis verlo en http://www.apdha.org/index.php?option=com_content&task=view&id=606&Itemid=45
La realidad de la inmigración se nos impone hoy como arel donde traspasar los valores éticos de la sociedad y nuestra propia conciencia ciudadana.
Estuvimos esta tarde junto a Jorge, amigo y maestro en el compromiso con los pequeños desvalidos, visitando a dos de ellos en la cárcel de niños y niñas Teresa de Calcuta (pobre mujer, utilizar su nombre en semejante presidio) en el madrileño pueblo de Brea de Tajo. Uno español y otro marroquí. Sahariano, apuntilló el pequeño.
Además de las circunstancias personales -acusado de haber robado a su colega de fatigas 10€- y estructurales -purita prisión-; hay condicionamientos que necesariamente hacen que incluso la privación de libertad sea profundamente diferente.
En el primer niño las dificultades pueden ser compartidas, rebatidas, explicadas. La comunicación es posible. Las tradiciones culturales son semejantes. Hay "claves" vitales que nos vinculan, que nos pueden acercar.
En el segundo niño las dificultades son extremas. El idioma se impone como una barrera infranqueable. Es laborioso entenderse. Mucho hacernos entender. Los parámetros de comunicación y diálogo son profusamente complicados. El lacerante recuerdo de su familia se presenta continuamente como cuchillada silenciosa interminable. El horizonte de haber llegado "al dorado", donde sus ilusiones y las de su familia pudieran verse colmadas, se transmutan en una castración de aspiraciones y sueños.
Complicidad con estos seres humanos que viven como impuesto el efecto huida: del hambre, la miseria, el dolor, la soledad... y acogida y cuidado de los que nos llegan, porque aquí si hay quien viva.
14 kilómetros marcan la distancia entre la exclusión y la inclusión. Esa distancia separa la Puerta del Sol, punto neurálgico de Madrid, de la Cañada Real Galiana. 14 kilómetros separan la costa europea de un continente empobrecido. Catorce kilómetros: una distancia muy larga para quienes se ven obligados a recorrerla cada día. Con este blog pretendo visibilizar y rendir homenaje a todas esas personas que peregrinan cada día por los márgenes de la exclusión.
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