miércoles, 27 de septiembre de 2023

lo caro que sale causar dolor

Aun con los ojos medio cerrados por el madrugón, vengo de asistir a un desahucio. Una joven pareja, con dos pequeñines ha sido desahuciada, esta mañana, por no poder hacer frente a los bajos pagos de alquiler. Este bajo pago de alquiler denota la falta de recursos en dicha familia.
 
 Además de vecinas y vecinos solidarios con semejante drama, desde primera hora de la madrugada -a las 6:00h.- dicen algunos vecinos el portal del desahucio y los colindantes estaban, literalmente tomados por policía municipal de esos que van disfrazados de robocop. Imponen e intimidan. Me preguntaba qué sentirían los niños que a primeras horas acudían con su mamas y papas al colegio.

Como en otras ocasiones la intimidación policial como carta de presentación: Que si somos más de 20 nos filiarían para enviarnos la multa por concentración no “autorizada”; que si para qué hacíamos fotos; que si éramos freelance… bueno nos han identificado a otro amigo y a mí que teníamos las máquinas de fotografiar colgadas sobre el pecho.

Momento de la instalación de la puerta blindada

Y mucho trajín de policías. En un momento dado, casi una hora antes de la prevista para ejecutar el desahucio, conté más de 23 policías municipales. Más todos los coches con agentes de policía nacional y secretas que pasaban, daban la vuelta y se marchaban. El desfile ante el horror que se avecinaba.


Llegó la comisión judicial, dos mujeres jóvenes -parecían a la distancia que las autoridades nos indicaron- que se encaminan al portal: mascarillas -de esas que hemos normalizado en la era covid- sobre su rostro, escoltadas por policías ya, desde hace rato, con el casco antidisturbios colgado a la cintura.


Y tras estos, los comerciantes del horror: de la empresa de instalación de puertas, de la empresa de muebles, de la empresa de seguridad privada… y la mama y el papa -junto a la abuela- con las dos criaturas envueltas en manas sobre los hombros una y en el carrito de bebe la otra.


Y los vecinos y vecinas gritando “un desahucio, otra ocupación…”. Y las Administraciones emburrocratizadas ausentes de semejante atropello.


Y yo pensando: hay que ver lo caro que sale causar dolor…

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