Como en otras ocasiones la intimidación policial como carta de presentación: Que si somos más de 20 nos filiarían para enviarnos la multa por concentración no “autorizada”; que si para qué hacíamos fotos; que si éramos freelance… bueno nos han identificado a otro amigo y a mí que teníamos las máquinas de fotografiar colgadas sobre el pecho.
Momento de la instalación de la puerta blindada |
Llegó la comisión judicial, dos mujeres jóvenes -parecían a la distancia que
las autoridades nos indicaron- que se encaminan al portal: mascarillas -de esas
que hemos normalizado en la era covid- sobre su rostro, escoltadas por policías
ya, desde hace rato, con el casco antidisturbios colgado a la cintura.
Y tras estos, los comerciantes del horror: de la empresa de instalación de
puertas, de la empresa de muebles, de la empresa de seguridad privada… y la
mama y el papa -junto a la abuela- con las dos criaturas envueltas en manas
sobre los hombros una y en el carrito de bebe la otra.
Y los vecinos y vecinas gritando “un desahucio, otra ocupación…”. Y las Administraciones
emburrocratizadas ausentes de semejante atropello.
Y yo pensando: hay que ver lo caro que sale causar dolor…
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