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Dicha imagen sugiere una mesa. Una gran mesa. Pesada. Dura. Fuerte. Donde se pueda golpear y también retozar. Donde se asienten proyectos y se liberen pensamientos. Robusta y serenamente abierta a los otros. Firme e inacabada, como obra y vida en construcción. Compacta y traspasada de luz y aire.
La imagen, como tantas, me ayuda a pensar en el futuro. En el curso que iniciamos, sin haber acabado aún la vida del pasado. Con noticias tremendas -aberrante expulsión de gitanos en Francia y silencio cómplice de Europa- y esfuerzos anónimos por vivir con dignidad. Jorge, que lleva meses en un centro de desintoxicación, me llama para decirme lo que le está costando aprender a vivir sin abusar de las drogas.
En fin, la mesa y la vida, como metáfora de un empeño común para este trozo de historia que tenemos por delante.
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